29 de desembre, 2006

La canción del viernes (36) “Part of the process” de Morcheeba per Peix

¡Feliz viernes a todos!

Música y economía han estado ligados desde que todos nos hemos beneficiado de la comercialización de la primera. Cuando hablamos de comercialización no estamos hablando de comercial, nos referimos a aquellos dispositivos industriales que han permitido a todo el mundo escuchar tanto un disco de Wolfgang Amadeus Mozart, Miles Davis, Sigur Rós o de la Oreja de Van Gogh. Es decir, sin todo este entramado mercantil seguramente no hubiéramos tenido las influencias que hemos tenido o los buenos momentos y recuerdos que hemos vivido con la música. La discusión no está, creo yo, tanto en el “sistema” que mueve la música como en como la mueve. Qué criterios se siguen para producir un disco, como se promocionan, que canales de distribución y por qué, que papel juega la música en directo. Como suele pasar muy a menudo, esto está en manos de gente que no entiende para nada de música, que solo sabe de dólares e inversiones. La pela es la pela y sus imperativos caprichos, junto a una pesada maquinaria de promoción y beneficios, afectan a la música haciéndola girar por la rueda de la fortuna que imponen la casas discográficas. El hecho es que los países europeos tienen, desde hace años, una circuito musico-cultural que vive y se alimenta al margen de la industria; disfrutan de una buena salud independientemente de los gustos que se imponen en los programas de vídeos musicales, las listas de ventas y los programas televisivos de corte popular. En nuestro país esto existe pero, para variar, el olfato de los productores va por otra lado; “pero si es lo que “la gente” quiere, lo que a todo el mundo le gusta” argumentaran, pero, como los habitantes de la caverna de Platón, “la gente” no puede escoger. Lo jodido es que se piensan que sí. Y no es que el paladar no esté preparado, no, ese no es el problema. Si una canción difícil (dícese de aquellas que no son “comerciales”) llega a un anuncio de televisión o aparece como la sintonía de un programa, “la gente” anda loca por saber de quién es, donde puede encontrarla o bajársela de internet. Entonces, fenómenos enteros de músicas alternativas salen a la palestra para repartirse el pastel. Para algunos, cuando esto pasa, el fenómeno se desvirtúa, se vende. Algo así pasó con la música “Chill-out”, allá por los finales de los noventa, millones de recopilatorios navideños invadieron los centros comerciales y las tiendas de discos para explotar el nuevo descubrimiento.

Con la canción de hoy queremos salvar algunos muebles de la quema del chill-out. En su momento, todo lo que sonora a tranquilo y con algo de electrónica (si tenía los típicos scratch de los DJ, mejor) era catalogado como chill-out. A tanta paranoia se llegó, que incluso el oportunista de Mike Oldfield, muy listo él, se sacó de la chistera un disco con el mismo nombre. En aquellos días, si querías promocionar algo, tenías de etiquetarlo como la música de moda, la música del “relax”. Inevitablemente, los Morcheeba quedaron afectados por esta vorágine insufrible. Pero vayamos por partes, la música de Morcheeba se podría catalogar como “Trip-hop”, aquel sonido de Bristol que fundaron los magníficos Massive Attack (de los quién, más adelante, nos tomaremos el tiempo que se merecen). Un estilo característico por mezclar el hip-hop con el house. Nacido en los clubs y forjado por los DJ’s, este estilo creció y maduró con el abrazo del jazz, el soul, el dub y el reggae. Al abrigo de la poderosa electrónica, se dejaba oír, sobretodo, entre los sofás de los club-lounge del norte de Europa. Y aquí aparecen los Morcheeba, con su elegante y trabajado “downtempo”. Para identificarlos no hay mejor ejemplo que la canción de hoy, “Part of the process”, extraída de su maravilloso álbum “Big calm”, una pieza de bella armonía. Con capas y capas de fluidas texturas, la sugerente y sensual voz de Skye, la ex-vocalista de la banda, nos atrapa en un pasaje onírico y hipnótico. Tomamos esta canción del valioso LP pero no ha sido tarea fácil, “The sea”, “Blindfold” y “The music that we here” se lo han puesto difícil. “Big calm” es un trabajo soberbio y aclamado que se publicó en 1998 y que puede que sea una de los más importantes en las agonías del siglo pasado.

Morcheeba nace en Londres a mediados de los noventa. Con los hermanos Godfrey, Paul, DJ y escritor de las letras, y Ross, guitarras y teclados, al mando, contactan con Skye Edwards para poner voz a sus creaciones. Sus dos primeros álbumes son, sin duda, los mejores trabajos. “Who can you trust?” y “Big calm” aparecen como el legado más interesante de la banda británica. Le siguen el más flojo, “Fragment of freedon” y el revitalizante “Charango”, otra pieza de coleccionista digna de mención. Todo va viento en popa, las ventas se cuentan por millones, la crítica los trata bien y son reverenciados y estimados como un grupo de culto entre los amantes de la electrónica. Pero aparecen los primeros problemas y Skye, la sedosa voz que había caracterizado los trabajos de la formación, ya no aparece en los títulos de créditos de su último disco: “Antidote”. La suple Daisy Martey pero no es lo mismo, los fans de la banda no les perdonan este cambio y son muy criticados por este inesperado giro. Para la gira que sigue al disco surge la siguiente sorpresa, Jody Sternberg reemplaza a Daisy; tampoco es la extrañada vocalista de los primeros larga duración pero en directo se desenvuelve fantásticamente bien y, para sorpresa de todos, toca el saxo de fábula. A la espera de su nuevo trabajo, para el cual han anunciado un cambio radical, nos complacemos con la relectura de sus clásicos

¡Que paséis una buena noche de fin de año!

4 comentaris:

escoltainvisible ha dit...

M'ha agradat lo de la caverna. Molt il.lustratiu. Tiu.

Anònim ha dit...

A tots i totes:

Molt bona entrada d'any!!!!!!!!!!!!

Santi ha dit...

Una cosa hay que decir: Morcheeba son Dios.

Vuena entrada de año a todos.
Muy vuena.
Vuenísima.

¿¿Esto no estará mal escrito??

Anònim ha dit...

Però què dius, Santi?

"Vuena" ha ido, de toda la vida, con "V"

(de Vendetta)