03 de desembre, 2015

Diario de Jack Murphy (el de la ley de Murphy) por el camino de Santiago (entrada #43) (eventualidades de los viajes 3ª parte).

 Octava: policías. Las más diversas razones suelen llevar a los agentes de “la ley” a tocar las pelotas al sufrido viajero. Igual les molesta que lleves un pasaporte que no te pertenece, como les da por registrarte la maleta y confiscarte esa marihuana de primera que tanto te costó, o te impiden cruzar el arco de seguridad llevando tu inocente machete, tu magnum o el Kalashnikov.

En ocasiones se pondrán algo menos quisquillosos si aflojas la mosca, aunque yo, la verdad, prefiero cogerlos por el pescuezo y meterlos dentro del aparato de rayos X, que como todo el mundo sabe, son radiactivos y te fríen el cerebro. Si lo haces con rapidez y disimulo, podrás pasar el control de seguridad sin que nadie se de cuenta.

Novena: accidentes. Amigos, los desastres aéreos, terrestres y marítimos ocurren. Es una gran verdad. Así que cuando alguien intente convenceros de que no tenéis nada que temer al subir a un vehículo, desconfiad: en realidad no os quiere, y espera que os muráis para quedarse con la herencia.

Yo de vosotros cogería a ese alguien, lo ataría y amordazaría, lo metería en un saco y lo tiraría en la cuneta. Algún sopapo extra nunca está de más.

La cuestión no es si va a producirse un accidente, sino cuando. Las leyes de la probabilidad y la estadística están ahí para usarlas. Si se conoce que un 0.001% de los vuelos se estrellan, entonces procurad estar dentro del 99.999% restante.

Cada vez que se produce un accidente, el contador de probabilidades vuelve a ponerse a 0. ¡Si coges el avión al día siguiente en que otro se la pegó, las probabilidades de que le pase algo a tu aparato serán casi nulas!

Entonces, todo se reduce a saber cuando se la va a pegar un avión, ¿no? Bueno, pues te daré una pista: no hay que esperar. Si no quieres sufrir un accidente, provoca uno tu mismo el día anterior.

27 de juliol, 2015

Diario de Jack Murphy (el de la ley de Murphy) por el camino de Santiago (entrada #43) (eventualidades de los viajes 2ª parte).

Quinta: atracos a mano armada. Cuando los cacos pasan al siguiente nivel y van armados, lo primero que hago es repasar su arsenal en el catálogo de mi mente. Entonces yo saco el mío y empieza el tiroteo. No suele durar más de 20 minutos, pasados los cuales, si veo que los asaltantes llevaban algún elemento digno de figurar en mi colección, me lo agencio.

Sexta: secuestros. Son siempre un contratiempo que puede llegar a hacerte perder alguna conexión. Recuerda que un secuestrador siempre quiere dinero. Siempre hay que llevar un fajo de billetes o dos a mano para hacer el trámite lo más rápido posible. Para eso, tener contactos en el tráfico de drogas, de órganos, de armas o de pipas saladas, ayuda bastante. También el haberse fraguado una cierta reputación en dichos ambientillos.

Séptima: terroristas. Los reconocereis facilmente: uniformes militares, armamento como para conquistar un país pequeño, mucha mala leche y tendencia insana a destruirlo todo, incluyendo vehículos, personas, sus propios compañeros y, lo peor de todo: mi pasaporte.
Contra un ataque terrorista, lo que hay que hacer es no perder la calma. Nada hay que altere más a un terrorista como comprobar que sus acciones no consiguen su objetivo primordial: despertar el terror. Y entonces es cuando empiezan a cometer errores: en cuanto el uso de granadas, bombas, metralletas y subfusiles deja de tener efecto, entonces intentan razonar. Y ahí, seguro que les pillas.

27 de maig, 2015

Diario de Jack Murphy (el de la ley de Murphy) por el camino de Santiago (entrada #43) (1ª parte).

Entrada 43. 

¿Porqué nos gustará tanto viajar? Viajar es terrible. ¿Sabeis cuantas cosas pueden ocurrir durante un viaje? Yo sí. Las he contado. Es más: las he experimentado. Todas. Dejad que os cuente tan solo las más importantes:
La primera: el stress. Vas siempre con stress. Estás pendiente del reloj porque siempre hay un horario que cumplir, un tren que coger o un vuelo que perder.
Segunda: pérdida de equipaje. Esto quizá sea lo de menos. Yo viajo con varios seguros e intento no separarme de mis cosas. Y si todo falla, cojo al empleado del aeropuerto y le encañono con la magnum en el agujero derecho de la nariz. Os aseguro que el tipo suele volverse muy colaborativo.


Tercera: overbooking. Si no tienes prisa, esto puede convertirse más en una ventaja que en un inconveniente: te alojan en un hotel mejor, vuelas en primera, te dan dinero... Si tienes prisa, siempre se puede aplicar la misma solución que al problema anterior. También suele ir bien en este caso...

Cuarta: hurtos. No comprendo la extraña razón que impulsa a tantos amigos de lo ajeno a hacer de los turistas sus víctimas. Contra eso, nada como unos buenos reflejos de combate. Cualquiera que se aproxime a menos de un metro de mi espacio vital, sufre automáticamente una luxación traumática y terriblemente dolorosa que le deja el miembro inútil durante no menos de 48 horas.

19 d’abril, 2015

Diario de Jack Murphy (el de la ley de Murphy) por el camino de Santiago (entrada #42)

Entrada 42. 

Al final de cada etapa siempre vivimos un momento de máxima incertidumbre. Se escucha cierto redoble de tambores cada vez que preguntamos al llegar al hotel “¿Tienen habitaciones libres?”. Invariablemente, las personas que encontramos en recepción nos miran con cara de pasmo, como si no supieran de qué les hablamos, como si ni siquiera tuvieran claro que regentan un hotel. Nos regalan la misma expresión que si les hubiéramos preguntado si tenían una berenjena en el culo. ¡Mecachis! Hombre, si tuvieran decenas de clientes... Pero me da la impresión que los hoteles a los que hemos ido, no hemos visto indicios de que hubieran ocupadas muchas mas habitaciones aparte de la nuestra.
Bueno, pues hoy, harto de la cara de berenjena, me he abalanzado sobre el tipo, lo he cogido por la solapa, lo he alzado en vilo...
Y el estampido de un trabuco ha roto el tenso silencio. Me ha cosido a perdigones. He comenzado a perder sangre por 15000 agujeros. Me he desplomado mientras mi señora le entregaba el DNI para empezar a rellenar la ficha. El dolor era terrible. He empezado a arrastrarme con las uñas hasta el hospital más próximo, el que está a 95Km. Tal vez, si llego a tiempo, podré conservar la vida. Si no, puede que esto pueda suponer el fin del diario.


18 de març, 2015

Diario de Jack Murphy (el de la ley de Murphy) por el camino de Santiago (entrada #41).

Entrada 41. 

A la salida de uno de tantos pueblos leoneses de cuyo nombre ya no consigo acordarme, hemos visto cierto cartel que nos ha llamado la atención: “PEATÓN: en carretera circula por la izquierda”.
Debo decir que estoy completamente de acuerdo con la advertencia. Es mas: muchos peregrinos guiris tienen el puto vicio de circular por la derecha. Me pregunto porqué es así. ¿Acaso en sus paises de procedencia se circula por el lado contrario? En fin, creo que la campaña de información viaria del cartel va en la buena dirección, si bien se ha quedado un poco corta en cuanto a contundencia. Si dependiera de mí, hubiese puesto algo como “PEATÓN, ve por la izquierda, no seás MAMÓN”, o “PEATONES, caminando por la derecha, sereis unos CABRONES”, o tal vez “CAMINANTE, circula por donde toca, no seas TUNANTE” o quizás “PEREGRINO, si te pillo a la derecha, te voy a dejar FINO”, o incluso “EXCURSIONISTA te voy a dar un palo si te sales de tu PISTA”.


20 de gener, 2015

Diario de Jack Murphy (el de la ley de Murphy) por el camino de Santiago (entrada #40).

Dia 20. 

Entrada 40. 

Siguen los obstáculos surrealistas. Por el camino donde bajábamos nosotros ha aparecido una estampida de vacas lanzadas a la carrera, con los cuernos por delante y muy mala leche (estas cosas se intuyen. Algo sé de vacas). Era como en los sanfermines, si los toros fuesen todos en un sentido y los mozos en el contrario.
Hemos tenido que esquivarlas una por una, a velocidad supersónica: una por un lado, otra por el otro, pasando hábilmente entre otras dos...
Como puede intuirse, el ataque era premeditado. Un tipejo con un perro iba azuzando a las vacas contra nosotros. Al verle, hemos saltado a lo “tigre y dragón” y hemos eliminado al tipo con el “soplamocos de la grulla que te pone mirando a Cuenca”.
Sin el fantoche para dirigirlas, las vacas han continuado su estampida sin rumbo ni dirección. De todas maneras, justo antes de pasar, la última de ellas ha soltado un traicionero latigazo con la cola a mi pareja, con tan mala pata que la ha hecho girar con triple tirabuzón y me ha caido encima. Auch.
Me ha roto lo menos 9 costillas. Se acabó el viaje.