06 de desembre, 2020
11 d’octubre, 2020
Diario de Jack Murphy (el de la ley de Murphy) por el camino de Santiago (entrada #49).
Entrada 49
Hace unos días, un nuevo cartel llamó mi atención. Junto al margen de algunos ríos, señalaban el siguiente mensaje misterioso: “tramo libre sin muerte”. Me he indignado. ¿Cómo tramo sin muerte? Eso si que no lo había visto en la vida. ¿Como es posible que existan lugares en el mundo que estén exentos de la mayor de las certidumbres de la vida? ¡Eso no puede ser, hombre! ¿Y si resulta que necesitas cargarte a alguien urgentemente y estás en un “tramo libre sin muerte”? ¿Entonces qué? ¿Te chinchas? ¡Es injusto! ¿Y como puede hacer valer uno sus derechos ante otro tipo si no puede cargárselo para asegurarse de que no le pisotea? ¡Es lo peor que he oído en la vida! ¡Hasta ahí podíamos llegar!
En un movimiento reflejo, he sacado la Magnum para comprobar que, efectivamente aquél tramo estaba sin muerte. ¿Donde se meterán los peregrinos cuando los necesitas? He esperado. El cabrón se ha hecho esperar. Iba xino-xano, como si tuviera todo el tiempo del mundo para aguantar su lentitud.
La bala de la Magnum ha entrado en su cavidad torácica y ha salido por el otro lado con un gran salpicoteo de sangre y menudillos. El pavo ha seguido caminando a pesar del tiro. Efectivamente es un tramo sin muerte.
Pero quería una segunda opinión: me he puesto el pistolón en la sien y he apretado el gatillo. PUM.
Bueno, pues parece que definitivamente era un tramo sin muerte, ya que sigo aquí. De todas maneras nadie había dicho que fuera un tramo sin dolor. El dolor estaba ahí y era intenso. Y también lo era la pérdida de masa encefálica.
Sin embargo, debo reconocer que a medida que mi cerebro se iba colando por el agujero abierto por la bala, mi mente iba quedando en blanco: una sensación pacífica y placentera, la verdad. Preocupaciones, tensiones y otras miserias han ido escapando por el agujero junto con mi capacidad para hablar, pensar, leer y como no, escribir. Me temo, pues, que esto sea el fin del diario.
28 de juliol, 2020
30 de juny, 2020
14 de maig, 2020
Diario de Jack Murphy (el de la ley de Murphy) por el camino de Santiago (entrada #48).
09 de maig, 2020
29 de març, 2020
07 de març, 2020
Diario de Jack Murphy (el de la ley de Murphy) por el camino de Santiago (entrada #47).
09 de febrer, 2020
11 de desembre, 2019
20 d’octubre, 2019
Diario de Jack Murphy (el de la ley de Murphy) por el camino de Santiago (entrada #46)
15 de setembre, 2019
05 de juliol, 2019
04 de juny, 2019
Diario de Jack Murphy (el de la ley de Murphy) por el camino de Santiago (entrada #45)
Entrada 45.
Los mosquitos son unos cabrones. Unos cabrones de mala especie, buenos para nada. Llevan picándome desde el inicio del viaje. Al principio sus picadas no representaron la más leve molestia, de manera que tuve una desacostumbradamente feliz convivencia con las picadas y los mosquitos que las provocaban. De repente, ésta mañana, todo cambió. Se me han inflado las picadas y me han comenzado a arder cosa mala. Mi cara parecía un mapa. Brazos y piernas estaban tan hinchados que más de uno me ha confundido con el increible Hulk. Aprovechando que ella tenía que ir a la revisión de los 150Km al hospital más cercano, la he acompañado a ver qué podían recetarme para las picadas. Yo, tonto de mí, creía que con una pomadita habría suficiente. Craso error.
El hospital estaba colapsado con las incontables urgencias. Me refiero a colapsado según los estándares gallegos, lo cual significa que hemos tenido que esperar en una sala vacía durante menos de un minuto, hasta que se ha abierto una puerta, ha salido el paciente anterior y una voz ha gritado: "el siguiente".
Ha sido en ese momento cuando un fragmento de mi psique me ha alertado de lo que iba a suceder a continuación. Y he caído en la cuenta de lo estúpido que había sido dejándome arrastrar al hospital sin sopesar siquiera esa posibilidad. Efectivamente. La doctora ha dicho "inyección" ¡Oh, no! ¡Si lo sabía! ¡Lo sabía! ¡¡Haber pillado muerte!!
Pues nada. He tenido que afrontar la circunstancia con energía, valor y toda la dignidad que me permitían mis posaderas descubiertas.
-¿Tienes alergia a algo? -me ha preguntado la enfermera.
¿Por qué me lo preguntaba? ¿Es que había posibilidad de provocarme un shock anafiláctico fatal?
-Esto tal vez duela un poco -ha añadido.
¿¿Pero qué cumbres del dolor iba a alcanzar para recibir tal advertencia por parte de una profesional entrenada para tratar de minimizar los impactos y tranquilizar a los atemorizados pacientes?? ¡Eso sólo podía resultar en una agonía indescriptible, peor que cuando aquellos elefantes me pisotearon por encima de los colchones de fakir!
La enfermera ha procedido al pinchazo cuando yo estaba casi a punto de neutralizarla con una patada voladora y salir huyendo por la ventana. Pero el pinchazo ha sido tan solo un poco molesto y en cuanto al dolor, lo habría sentido mayor al recibir el impacto de una pelota de ping-pong lanzada por un nonagenario.
Mis picadas se han desinflado a la misma velocidad que la sangre abandonaba mi rostro y que el mundo entero se fugaba de mi campo de visión. Me he despertado tendido en la camilla con los pies en alto y la enfermera remojándome el rostro con amor y comprensión. Es una pena que me haya visto en mi momento de mayor vergüenza: tengo una imagen que mantener, de manera que iba a tener que matarla. Y me temo que también debía volar el hospital. No puede haber testigos.
Ahora, después de la masacre, ya estoy algo mejor de las picadas. Se ha rebajado la hinchazón. Lo malo es que el picor sigue. A falta de una solución mejor, ella me ha dado una cremita que podía ayudar a dicho problema, pues se ve que previene contra picores de indeterminada procedencia... en la zona vaginal.
Y así me encuentro ahora, poniéndome en la picadas de los putos mosquitos una cremita diseñada para aliviar los picores en el chocho. Ésta mujer quiere hundirme antes de darme el golpe de gracia.
05 de maig, 2019
09 de febrer, 2019
26 de novembre, 2018
Diario de Jack Murphy (el de la ley de Murphy) por el camino de Santiago (entrada #44)
18 de novembre, 2018
03 de setembre, 2018
01 de maig, 2018
Diario de Jack Murphy (el de la ley de Murphy) por el camino de Santiago (entrada #43. Eventualidades de los viajes 8ª y última parte).).

