20 de maig, 2013

Diario de Jack Murphy (el de la ley de Murphy) por el camino de Santiago (entrada #22).

Entrada 22. 

Mientras veníamos, hemos cruzado unas montañas y hemos descubierto un nuevo paisaje: el paisaje del Bierzo. Pero entonces mis ojos han descubierto algo que, yo sabía, solo podía ser una amenaza en potencia a punto de explotar: una central nuclear. Y como no podía ser de otra manera, antes siquiera de tener tiempo a exclamarme por la amenazante estructura, ésta ha explotado, diseminando millones de toneladas de material radiactivo por todo el Bierzo y comarcas aledañas. Y destruido el Bierzo, no tiene sentido continuar con éste diario.


08 de maig, 2013

Diario de Jack Murphy (el de la ley de Murphy) por el camino de Santiago (entrada #21).

Entrada 21. 

Al ir al hotel donde pretendíamos dormir, hemos preguntado si tenían habitaciones y cuanto costaban. Entonces ha entrado otra pareja. La chica, sin ver la habitación ni reparar en gastos, ha clamado: “Nos la quedamos”. Indignado por tal comportamiento, la he golpeado salvajemente con la fuerza de mi odio. Su pareja se ha interpuesto y he visto que delante de mi tenía a un combatiente a mi altura. Ha comenzado un duelo de titanes a golpes de odio puro, fúria irresistible y algún que otro collejón supremo. Como suele ocurrir en esto casos, el hotel por el que nos peleábamos, el vecindario y varios quilómetros a la redonda han quedado devastados, víctimas involuntarias de semejante choque. Una pena, porque por lo visto quedaban habitaciones libres para todos...




02 de maig, 2013

Diario de Jack Murphy (el de la ley de Murphy) por el camino de Santiago (entrada #20).

Día 13.

Entrada 20. 

Los ciclistas son unos cabrones. Ellos, que irían mejor por carretera, entran en el camino a molestar a los peregrinos de a pie. Nos lo han hecho un par de veces, dándonos un gran sobresalto. Pero eso se acabó. He cogido los bastones de caminar, los he apuntado en dirección hacia atrás, he afianzado mi posición contra el suelo, he esperado... Y al aparecer uno de esos cabrones, lo he empalado. Lo sigo llevando ahora, atravesado en el palo a él y a su bici, como escarmiento para los demás.