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Las revistas de tendencias llenan páginas con notícias y reportajes de nuevos grupos que supuestamente asaltan la actualidad y sacuden el mercado con aportaciones revolucionarias. Buscan un relevo generacional para las transgresiones de otros artistas que esgrimieron con mucha intención durante los sesenta y los setenta. Dejando de banda que muchas de éstas tienen un valor incalculable, porque son las únicas vías de expansión que tienen los nuevos grupos que se abren paso entre la jungla, ya que las radios están más por la labor de pinchar los revivals de otras décadas (apostando sobre seguro pero abandonando el pulso musical de las inquietas ciudades del país) que por la de promocionar los nuevos trabajos, dejando de a un lado todo esto, los redactores de tales publicaciones están enfermos de renovación. Hay que buscar el movimiento continuo. Pero esto, pese a ser necesario, les confunde y les desmerece en la mayoría de sus reportajes. Hoy en día, si quieres que algo sea “moderno”, ponle algo de samplers y ya tienes medio reportaje ganado. Sin faltar a la música electrónica, es lo que está aconteciendo en los últimos tiempos, el prestigioso movimiento de la música electrónica marca el compás del progreso. Pero de aquí a que cualquier cosa que suene a sintetizador del siglo XXI sea sublime hay un buen trecho.
Los sonidos digitales han llegado hasta la paleta de colores del pop (muy permeable, por cierto, a este tipo de experimentos).
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Esta canción, intrepretada por la delicada voz de Beth Hrisch, es, tal vez, una de la más bellas de un álbum “diez”. Un trabajo que nos lleva de los típicos cafés parisinos hasta los paisajes imaginarios más sofisticados y anhelados, evocando mil texturas y degustaciones. Los Air son opulentos, harmoniosos, elegantes y frescos, una marca diferencial respecto a otros grupos de música electrónica francesa. El LP, con mucha repercusión en Francia y moderada en el resto de Europa, deja paso a “The virgin suicides” (banda sonora de la película de Sofia Coppola, más tarde volverían a colaborar con ella en “Lost in Translation”), el oscuro y experimental “10,000Hz Legend”, la colaboración con Alessandro Baricco “City Reading (Tre story western)”, y por último el aclamado“Talkie Walkie”.
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