En este último viernes de 2.005 recordamos a uno de los músicos más importantes de la música contemporánea. Efectivamente, podríamos hablar de cualquiera de los que tengáis en estos momentos en mente, pero, sin intención de chafarle a nadie la guitarra, esta vez nos estamos refiriendo a David Bowie; el gran David Bowie.
Nacido en Brixton en 1947, este artista multidisciplinar, nunca ha dejado de sorprender, de arriesgarse y de transgredir. Y siempre desde el trabajo, el talento y la calidad.

Precisamente en aquella época ve la luz, seguramente, el disco más emblemático de David; “The rise and fall of Ziggy Stardust and the spiders from Mars”. Con una puesta en escena espectacular. Atrezzo, escenarios, vestuario y maquillaje incluidos, el autor acude ante el público representando el papel de un extraterrestre bisexual, venido a la tierra para profetizar el fin de la humanidad. El álbum habla del bueno de Ziggy y de su viaje por la tierra. Un maravilloso metarrelato sobre el rock y para el rock. Finalmente, y como una clara metáfora de los ídolos del rock, Ziggy Stardust es asesinado por sus propios fans. En esta confusión de lo que es real y lo que no lo es, Bowie se aprovecha de su alter-ego para llevar al espectador más allá de los límites de la música moderna. Su originalidad y atrevimiento no pasaron desapercibidos, y la gira que sucedió al LP fue todo una conmoción. Como ya avanzó el propio Bowie, su personaje cayó asesinado por los fans el 4 de julio de 1.974 en el Hammersmith Palais de Londres.
Su polémica frase “El siglo XXI empezó en 1.972”, no ha resultado ser tan equivocada viendo la efervescencia de aquellos días.

Cambiando de tercio, desde el equipo que hace posible “La Universal” esperamos que tengáis una noche de fin de año mítica y memorable. Y si no es mucho pedir, que todas las noches del 2.006 sean igual de generosas...