27 d’agost, 2013

Diario de Jack Murphy (el de la ley de Murphy) por el camino de Santiago (entrada #29).

Entrada 29. 

Me veo obligado a mencionar aquí a un colectivo profesional altamente dañino. Una serie de personas que se dedican a hacer indiscriminadamente el mal a las personas que confían en ellos. Me refiero a los AUTORES DE GUÍAS DE VIAJE.
Pues si. El autor de nuestra guía se ha dejado llevar por sus bajas pasiones. Para empezar, siempre le resta 4 o 5 kilómetros de promedio a las distancias entre los puntos del camino, de forma que cada vez que alcanzas dichos puntos, lo haces reventado.
Otra: el tipo nos ha obligado a dar un rodeo la mar de tonto, por nadie sabe qué razón. Cansar al respetable, se conoce.
Pero la puntilla nos la ha dado con una indicación que decía: “en cierto cruce no hay señalización. ¡A la izquierda!”, ha exclamado ahí, entre dos admiraciones tan grandes como sus dos cojones. Total, que nosotros hemos hallado un cruce sin señalización. Había un camino evidente, que era el que veníamos siguiendo y dos que surgían a los lados, perpendiculares al nuestro. ¿Y nosotros qué podíamos hacer? Pues hacerle caso, que para eso somos los pringados viajeros.
Cuando hemos llegado a la puta mierda, unos cuantos kilómetros más abajo, hemos decidido tres cosas: la primera, volver atrás, a retomar el camino evidente; la segunda, cagarnos en su madre; la tercera, buscarle a él y a toda su parentela para que puedan conocer muy de cerca como son las balas de una magnum 45.