12 d’octubre, 2013

Diario de Jack Murphy (el de la ley de Murphy) por el camino de Santiago (entrada #33).

Entrada 33. 

Lo sabía. Nos estaban esperando. Nada más entrar en O’Cebreiro, un comando de marines han salido rapelando de detrás de las Pellozas y nos han atacado con subfusiles M-30 y granadas de fragmentación. Los helicopteros les daban coberura aérea, lanzando misiles a cascoporro. Nos hemos refugiado en una cabina de teléfonos que ni siquiera devuelve el cambio. Nuestra situación es desesperada. 
Desesperada, si. Admito que puede que esta situación nos supere. Me despediría de mis seres queridos. Pero ya no los hay. Todos me traicionaron, y les metí tal cantidad de plomo que no conseguirían levantarse ni aunque resucitaran y consiguieran quitarse de encima los dos metros de tierra que les cubren. 
Total, que no me despediré de nadie. Podría llorar, pero dejaré eso para los débiles y los maricones. Nosotros lucharemos hasta el final, contra toda esperanza. Disponemos de un cortauñas y la púa de un pendiente. 

Vamos a salir. 

Probablemente ésto vaya a ser el fin diario.