10 de novembre, 2006

La canción del viernes (31) “Maria Maria” de Milton Nascimento per Peix

¡Feliz Viernes a todos!

Es un clásico que en los álbumes de rock y pop existan canciones donde en los títulos encontremos nombres de mujer. Pese a los movimientos de igualdad y fraternidad, tristemente observamos que no pasa lo mismo en el caso de los hombres. A excepción, claro está, de “Fernando” de Abba y “Daniel” de Elton John. Y, de acuerdo, quizás algunos ejemplos más. Pero, será porque la mayoría de cantantes y grupos son masculinos, o porque siempre queda mejor hablar de chicas, las canciones con nombre femenino que han conseguido la categoría de míticas son infinitas. “Layla”, “Angie”, “Peggy Sue”, “Oh, Carol!”, “Querida Milagros”, “Penélope”, “Michelle” y muchas más han sido las musas y el objeto de las letras más recordadas de la historia de la música. Pero hay algunos nombres que se repite sin cesar por encima de los demás, y uno de ellos es “María”. Con las estadísticas en las manos, estamos completamente seguros de afirmar que hay muchas más probabilidades de que un cantante se tope con una María en su vida que con una Dolores. Y esto es un dato definitivo para explicar este aluvión de temas con la misma protagonista. Visto la temática de las canciones, podemos afirmar, también, que no se refieren al nombre bíblico. Este puede ser un dato evidente, pero no deja de ser significativo. Tal vez el futuro nos depare un carretón de “Chenoas” o “Leonors”, pero hoy es indiscutible que “María” es el nombre por antonomasia.

En este viernes de noviembre (¡en que aún podemos ir en manga corta!) escogemos un tema de Milton Nascimento para ilustrar la tesis con la que hemos iniciado este artículo. Siguiendo la tradición reivindicativa de ciertos segmentos culturales del Brasil, Milton compuso este famoso tema junto a Fernando Brandt para la obra de teatro y ballet del mismo de nombre estrenada en 1.976. Con coreografía de Óscar Áráiz y representación a cargo del colectivo de danza “Grupo Corpo”, “Maria Maria” explica la historia de una chica que es hija de esclavos afroamericanos. En la figura de la protagonista se citan la denuncia social, el canto la esperanza y la lucha por la libertad. Con esta carta de presentación, Nascimento, elaboró, junto a la banda sonora de otro Ballet (Ultimo Trem), uno de los proyectos más experimentales y arriesgados de su carrera creativa. Escarbando entre sus raíces y tradiciones, extrajo todo lo necesario para crear la atmósfera de una obra que pegó fuerte en la aún joven democracia brasileña. “María María” es un tema enérgico y perturbador que se interpretaba al principio y al final de todas las representaciones. Se convirtió, con todos los derechos, en la mejor carta de presentación para la obra.


Y hablando un poco más del autor, podemos recordar que Milto Nascimento nace en Río de Janeiro en 1.942. Que siendo hijo adoptivo emigró con sus padres hasta Tres Pomtas y después hasta Belo Horizonte (¿por qué los nombres de poblaciones brasileñas son TAN evocadores?). Allí comienza sus escarceos musicales haciendo de DJ en la radio local y componiendo algunos temas con su guitarra. El éxito llama a su puerta en 1.966 cuando Elis Regina graba uno de sus temas. Con esto le llegó el reconocimiento y la posibilidad de dedicarse al cien por cien a la música. En 1.968 se publica su excepcional ópera prima “Courage”, con los temas “Bridges (Travessia)” y “Morro Velho”. Después, en 1.972, colabora, entre otros, con Marcio Borges y Ronaldo Bastos, para publicar “Clube da esquina”, con las inolvidables “Cais” y “Cravo é canela”. Milton Nascimento, pese a no guardar la fama de sus compatriotas Caetano Veloso y Gilberto Gil, supone uno de los ejemplos más vistosos de la versatilidad de los músicos brasileños. Esta “magia” carioca, que algunos ha exportado por todo el planeta, la podemos apreciar en este “María María”, que además nos recuerda que en Brasil no solo hay futbolistas, tangas y carnavales.

1 comentari:

Santi ha dit...

Los nombres de Brasil son evocadores porque parecen haberlos escrito poetas, y no políticos.

Cuando un país se rige por esa filosofía, cuando son capaces de tener como ministro de cultura a uno de sus mejores cantautores, es cuando funcionan bien las cosas.

Quizá no de forma ordenada y clásicamente occidental, pero sí muy evocadora.