¡Feliz y lluvioso viernes!
Si hablamos de los discos de referencia en la historia de la música contemporánea, aquellos que más han influenciado o transgredido las tendencias predominantes, un comentario aparte merece el álbum “Debut” de Björk. Este trabajo, que fue el tercero que publicó en solitario (además de la entretenida y interasante experiencia con “Sugarcubes”), nos presenta un experimento de imaginación, creatividad y intimidad de la autora. Expresa, también, las inquietudes por explorar la “cultura de club” londinense, tan en boga a principios de los noventa; un paseo elegante y magistral por el dance y el house. Publicado en el verano de 1.993, sacudió el panorama efervescente de aquel entonces, conviertiéndose, con el paso de los años, en una verdadera obra maestra.
Inscrito en un disco con letras, mayoritariamente, vitales y cocinado en familia al largo de muchos años, “Play dead” (que en la primera edición del larga duración no aparece en la lista de temas) muestra una Björk más oscura, opresiva y melancólica. El dolor es el protagonista de un tema marvillosamente elaborado. En él, la compositora islandesa se desnuda espiritualmente acompañada de una temblorosa melodía para mostrarnos una de las caras del sufrimiento. Escrita para la película “Young americans”, el single se editó pasada la vorágine que ocasionó el LP con el que la artista llegaría directamente al estrellato.
Björk, nacida el 21 de junio de 1.965 en el seno de una comuna hippie en Reykjavik, donde la música, el arte y la expresión configuran el paisaje de una infancia libre y diferente, aprende desde muy joven flauta y piano. Y con solo once años comenzó su especial relación con la industria musical. Después de varias experiencias alternativas, “Debut” aparece como un ito catártico y revelador: un “gran reserva” que nunca es tarde para descubrir y paladear. Se muestra como la sombra de un disco, que con los años ha crecido y ha sabido envejecer, que serpentea juguetona y engañosamente entre las propuestas para melomános insatisfechos. Indispensable, necesario, perturbador y con una magnífica canción, “Play dead”, como colofón.
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