23 de desembre, 2021

Diario de Jack Murphy (el de la ley de Murphy) por el camino de Santiago (entrada #53).

Dia 29.

Entrada 53.

Hoy se ha producido un movimiento telúrico importante. Ha sido cuando ella y yo hemos empezado a discutir acerca de si reservar plaza en el tren de vuelta o esperar a que lleguemos.

Yo era del parecer que podríamos esperar. No porque pensara que vayamos a encontrar sitio en el tren, sino porque, para asegurarnos de entrar en él, resultará mas sencillo suplantar a dos peregrinos que haya por la estación.

Ella no. Erre que erre: a reservar por teléfono.

Hemos tenido por fin la discusión que no habíamos tenido en todo el viaje. El epicentro del terremoto del que hablaba, estaba en el lugar de donde nos encontrábamos. El hotel y todo lo que había a 2Km a la redonda se han desmoronado a nuestro alrededor. Nos han sepultado los escombros. Hasta que vengan con perros a rescatarnos, me temo que se haya acabado el diario.



 

20 de novembre, 2021

Diario de Jack Murphy (el de la ley de Murphy) por el camino de Santiago (entrada #52).

 Entrada 52

He encontrado un arma perfecta para neutralizar la amenaza constante que supone tener a mi señora cerca. Los OREOS (O hórreos o como sea que se llamen en galego). Su presencia me ha recordado al anuncio que se hizo por la tele de éstos típicos graneros gallegos que se abren por la mitad y tienen nata enmedio.

Total, que cada vez que veo uno, me acuerdo del anuncio y canto la dichosa tonadilla: “Hooo-rreee-oo-ó... Hoorreeó, horreó, horreó”.

Ya he conseguido que la canción se le pegue. Yo creo que si la canta un par de ves mas, lograré que le explote la cabeza y quedaré a salvo y sin peligro de divorcio.

 



23 de juliol, 2021

Diario de Jack Murphy (el de la ley de Murphy) por el camino de Santiago (Entrada #51)

 Entrada 51.

Por la tarde hemos salido a pasear. Hay que reconocer que una vez ya te has habituado a ver formosas jovencitas remojándose, contorneándose y comiéndose la boca ocasionalmente, Lavacoches es un lugar de lo más anodino. Tras pasar parte de la tarde en un bar, hemos estado paseando por los alrededores, disfrutando del sol ya bajo.

De repente, un perrazo ha surgido en lo alto de una valla elevada y ha empezado a ladrar cogiéndonos por sorpresa. No me gusta que me cojan por sorpresa, de manera que he rodado por el suelo mientras desenfundaba mi U-ZI, y acto seguido he empezado a disparar. No he parado hasta vaciar tres cargadores. Sin embargo el perro ha esquivado todas las balas. Un verdadero profesional digno de papel propio en Matrix.

Extrañamente, al perro no le ha dado por saltar la valla, que le quedaba más bien baja, lo cual no hacía de sus ladridos más que amenazas vacías. Nos hemos alejado con sus ladridos perdiendo fuerza detrás nuestro.

Tenía que haber sospechado su próximo movimiento. Efectivamente. El perrazo ha aprovechado para saltar en cuanto le hemos dado la espalda y, simulando un ladrido cada vez más lejano, nos ha atacado por la espalda, consiguiendo nuevamente el factor sorpresa. Me ha cogido por un pie. He oido mis huesos astillarse. Seguro que me lo tendrán que amputar. Otra vez.

He visto que contra el perro profesional no valdría la pena luchar cara a cara. He lanzado una bomba de humo. Hemos aprovechado la confusión para huir. Ella, por pies. Yo, por pie y muñón.

Justo antes de la aparición del perro profesional, habíamos estado observando la gran cantidad de perros, perritos y perrotes que tienen en las propiedades. La mayor parte de ellos te ladran. Otros, lo único que hacen es mirarte al pasar (a éstos últimos seguro que les han hecho fijos). Me pregunto porqué los dueños de los perros mantienen en éste lugar a tantas y tan ruidosas mascotas. Y entonces todo se ha hecho claro como el agua: cuando de repente, de cada una de las casas de los alrededores se han abierto las puertas y, uno tras otro, todos los perros de la zona han salido sin dejar de ladrar y han formado una jauría que ha formado, amenazadora, delante nuestro.

Ya está. Ya lo se. Los dueños de los perros ODIAN a los peregrinos. Llegada cierta hora sueltan los animales para que acaben con todos aquellos que aún no se han retirado a sus albergues. Y ahora nos tocaba a nosotros. Perros de todos los tamaños, razas y colores formaban una densa barrera ante nosotros. Todos mostraban los colmillos, gruñendo con cara de pocos amigos, los ojos inyectados en sangre, fijos en nosotros. ¿Cuantos había en total? Imposible saberlo. Entre 150 y 300, según la guardia urbana. Si me preguntais a mi, diría que habían 5000.

Cualquiera habría dicho que dos inocentes ex-miembros de varios cuerpos secretos, curtidos en 100 guerras, no tendríamos nada que hacer ante semejante reunión de colmillos salvajes...

Pues tendrían razón.

Los perros nos han estado persiguiendo durante un par de kilometros. Luego nos han interceptado, se ha formado la típica nube de humo que oculta un confuso tumulto en cualquier cómic o dibujo animado que se precie. Hemos peleado contra los canes como posesos.

Pos eso: que nos han destrozado, se han comido nuestras entrañas, han roído nuestros huesos y se han peío después, los muy guarros. Nos espera un futuro de abonar los árboles del pueblo. Bueno éste solo puede ser el fin del diario.

10 d’abril, 2021

Diario de Jack Murphy (El de la ley de Murphy) por el camino de Santiago (Entrada #50)


 Dia 28


Entrada 50.

Me sorprenden constantemente los topónimos locales. El otro día pasamos, durante una misma etapa por pueblos como “LAMEIROS”. Claro, desprevenidos como estábamos, nos tomamos el cartel a la entrada del pueblo como una voz imperativa en gallego, de manera que nos desnudamos ambos y empezamos a lamernos todo el cuerpo, no fuera a mosquearse el personal. Yo, con las costumbres locales, todo el respeto del mundo, oiga. Después, con sus vidas, ya hablaremos.

Algo más tarde llegamos al siguiente, “LIGONDE”, cuyo nombre ya te da una idea del talante de sus habitantes. Tan solo me quedaba una incógnita: ¿ligón de qué? ¿De playa? ¿De piscina? ¿De pueblo? ¿De feria? La verdad es que el suspense no me dejaba vivir. Y siempre que eso me ocurre, tengo que incendiar algo. Ya no busquéis LIGONDE en el mapa. Ahora solo encontrareis restos carbonizados.

Al poco hemos entrado en otro pueblo: un bonito lugar donde las peregrinas del camino se quitan la ropa para dejarse chupetear por el viajero masculino, como bien se indica en el letrero de la entrada: “LAMELAS”.

Lástima de estar viajando con la parienta. A la que mi obediente lengua ha salido de la boca, una patada voladora que tumbaría un elefante ha surgido de la nada, proyectándome 5m en lo alto. A continuación, a las chicas lamibles les ha venido un hostión de mano abierta (en circunstancias especiales, a mi señora se le dilata la mano como al doble o triple de su tamaño habitual) que las ha vuelto del revés.

Tras un improvisado vendaje para conservar juntas las cuatro partes de mi segmentado cráneo, atravesamos por fin “CASANOVA”: un pueblecillo parecido a LIGONDE, pero con un personal algo más maduro y sofisticado. Aunque claro, tienen un problemilla: la malsana tendencia a levantar parientas ajenas. Cuando en la plaza del pueblo lo han intentado con la mía, ha llegado de repente un extraño fenómeno atmosférico que sólo ocurre en su presencia: el “tornado de sopapo cuántico”. A 15 Km mas adelante todavía íbamos viendo lugareños de CASANOVA, colgando inconscientes de un alcornoque.

En cuanto al pueblo donde hemos entrado hoy, última etapa de nuestro tránsito hasta Santiago, tenía un nombre que sonaba algo así como “LAVACOCHES”.

La curiosidad de ésta exquisita población rural, es que sus habitantes son chicas de entre 17 y 23 años, sin más ropa que un escueto bikini, a las que les gusta juntarse en grupitos de hasta 4 para lanzarse sobre los vehículos aparcados y dejarlos como los chorros del oro tras horas de intensa frotación, remojo y enjabonamiento tanto del coche como de sí mismas, y que tienen cierto hábito de usar su propio cuerpo como esponja.

De adolescente sabía que un lugar así tenía que existir. Y ahora que estoy casado, mi mujer me dice que no, que no existe. O que si existe, está tan solo en mi imaginación. ¡Ay...! Mi imaginación es un bello lugar.