21 de desembre, 2022

Diario de Jack Murphy (el de la ley de Murphy) por el camino de Santiago (entrada #57).

Entrada 57

Nos hemos internado con cautela por las calles de Santiago de Compostela con las armas prestas. Todo estaba tranquilo, extrañamente tranquilo. Pero alguien con mi experiencia sabe que solo hace falta un segundo para que se desate el infierno. Y sé de lo que hablo: yo mismo lo he desatado unas cuantas veces.

De camino a la plaza del Obradoiro hemos pasado por delante de algunos restaurantes. Al pasar, un simpático señor con gorro de cocinero nos ha ofrecido el Pulpo A Feira que nos mostraba en un plato.

-¿Pulpo a Feira? -he dicho yo- No, gracias: he oído que el bueno bueno de verdad sólo se come en A Coruña.

Se ha hecho el silencio...

...y se ha desatado el infierno.

Con la cara congestionada, el simpático cocinero ha sacado un lanzamisiles portátil de repetición y al grito de “¡HEREXEEEES!” ha comenzado a disparar. Hemos huido de él, deteniéndonos ocasionalmente a devolver el fuego. Pero ya era demasiado tarde. Todo Santiago salía a disparar por la afrenta al orgullo Pulpeiro.

Desde los balcones nos tiraban de todo: granadas, ladrillos, planchas, barrenos de dinamita, una jaula con un loro, un televisor Telefunken PAL color de esos de tubo, agujas de hacer calceta, pollos de goma, chicles con polonio...

En el suelo teníamos que sortear minas, tachuelas, fuego de mortero, zanjas con víboras, manos de los zombies que surgían a nuestro paso, charcos de ácido...

El ambiente estaba tan cargado con balas de diversos calibres que se le haría irrespirable a cualquiera que no estuviera acostumbrado a masticar plomo.

He mirado atrás. Nos perseguía Santiago de Compostela en pleno, con todo su armamento y mala leche: a la cabeza iba el cocinero de la cara congestionada blandiendo dos cuchillos pulpeiros de grandes dimensiones; por detrás venían tipos disparando bazookas de forma indiscriminada; gaiteros tocando muñeiras; turistas disparando armas de fuego, lanzando hachas y explosivo C4; perros lanzando espumarajos por la boca con los dientes marfileños al descubierto; carros de combate disparando obuses a diestro y siniestro; palomas en vuelo rasante con navajas afiladas en las patas; drones provistos de rayos laser; dinosarios mostrando toda su dentición y dando muestras de mucha hambre; una niña que controlaba a varios Decepticons (Transformers de los malos, vamos) con un control remoto; una figura encapuchada y de aspecto pálido que blandía una guadaña; un tipo calvo y de color morado con un guantelete con cinco gemas muy chulas...


Con gran esfuerzo y no pocas bajas (de material, mayormente) nos hemos abierto paso entre las patrullas que defendían la plaza del Obradoiro. Era el esfuerzo final. Se ha puesto a llover. Llovían bombas, misiles, napalm, sangre, fuego, lágrimas, maldiciones, insultos, otro pollo de goma... ¡Si fuera malpensado, hubiera dicho que tenían algo personal contra nosotros! ¡Qué poco profesional!

Per pese a lo delicadillo de la situación, con un par de tiros bien colocados, varias granadas con efecto, un apuñalamiento triple, una patada en las gónadas, un atrapamiento de misil con los dientes y un escupitajo explosivo, hemos logrado cruzar el umbral de la catedral de Santiago.

Con una gran protesta colectiva, un "¡Jolines, ahora que casi los teníamos!", el ejército perseguidor ha roto filas y cada cual se ha pirado a su casa. El cocinero congestionado ha sido el último. A la voz de “¡el Pulpo a Feira que dan en a Coruña es mejor que o minho por mis cojones, vamos! Después nos ha dirigido un gesto obsceno y, él también, se ha pirado por fin.

Cansados, sanguinolentos, destrozados, con algunos miembros colgando y otros que ya se habían caído, nos hemos arrastrado hasta la capilla mayor. La verdad es que ha sido llegar, y besarlo.

¡Si! ¡Lo hemos logrado! ¡Hemos culminado el camino! Ahora sí que creo que, definitivamente, éste es el fin del diario. Con todas nuestras muchas heridas, balazos, tajos, piernas amputadas, no debemos hacernos muchas esperanzas de ver el nuevo día, pero por lo menos hemos conseguido cumplir el objetivo principal de estas tan merecidas como necesarias y saludables vacaciones. Una experiencia que no podemos dejar de recomendar, la verdad.

Eso sí: tal vez los que vayan despues de nosotros vayan a encontrar el paisaje un poco cambiado. La misma Plaza del Obradoiro, por ejemplo, tras la batalla está llena de cráteres, cuerpos exánimes, restos de armamento, viudas dolientes depositando flores, trozos de Pulpo a Feira de calidad dudosilla...

15 de desembre, 2022

Publicitat de la bona

 La Universal es plau d'anunciar la propera aparició del tercer volum en paper de les aventures del seu personatge insígnia: LA MORT NOVATA SAVES THE WORLD


En aquesta entrega podreu veure com el món sencer va poder lliurar-se de la terrible perspectiva que ja van anunciar els mayas de que el dia 12 de desembre del 2012 s'acabaria el món. També podreu veure els inconvenients de la criogenització, veureu la primera aparició de l'enemic de La Mort Novata i podreu satisfer la vostra curiositat de veure com és el procés de defunció segons l'estil de l'antic egipte.

En la present ocasió, l'autor renuncia a organitzar un crowdfunding i ha decidit pagar-se ell solet la publicació. Coses que té el tenir una economia sanejada...

En fi, el que sí que es pretén és fer una tirada més acurada respecte al que demana el mercat. Per a tal fi, l'autor solicita a amics, familiars, simpatitzants i coneguts que es faci la pre-reserva del seu exemplar. Sobre això, l'autor farà els càlculs dels llibres que s'han d'imprimir, afegint-ne uns quants per anar a la venda directa en botigues especialitzades i festivals de còmic. Els seguidors que feu la pre-reserva podeu comptar amb rebre el còmic en mà al preu habitual de 12€ o, en el cas que la distància ho faci desaconsellable, haureu de comptar un extra (indeterminat, per ara) de despeses d'enviament.


Feu la pre-reserva des de ja:

per mail: escoltainvisible@yahoo.com

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10 de juny, 2022

Diario de Jack Murphy (el de la ley de Murphy) por el camino de Santiago (entrada #56).

Entrada 56

Hoy, que ya llegábamos a Santiago (la ciudad), hemos encontrado un bastón de caminante ahí, abandonado en el margen ¿Quien puede haberlo dejado? Después de pensarlo un rato, solo he podido encontrar una razón lógica: ¡Es el bastón del mismísimo Santiago (el apostol)! Ojo, que no digo que hayamos sido testigos de un milagro tipo: “de-repente-el-santo-hace-aparecer-el-bastón-como-recompensa-ante-nuestro-esfuerzo-caminante”, no. Más bien creo que debió dejárselo ahí, y comenzaron a pasar los días, los meses, los años... y finalmente los siglos. La verdad es que para tener cerca de 2000 años es un bastón que se conserva bastante bien. No va mal. Tras tantos días caminando, está bien tener un apoyo que permita aliviar un tanto las rodillas.

Después he pensado, calla, que igual ni siquiera era de Santiago (el apóstol). Quizá a Santiago (el apóstol) se lo dio un colega: “Mira, tío: si vas a caminar mucho, lleva éste palo. Es un recuerdo de familia”. Espera... ¿El colega del apóstol? ¿Recuerdo de família? A ver si no va a ser...

Pues si. Lo era. Por fin, al entrar a la entrada de Santiago (la ciudad), una guardia de carros blindados y soldados con aspecto de muy mala leche nos han dado el alto.

“¿Eres Jack Murphy?” me ha preguntado el cabecilla. Y yo, no poco orgulloso de que mi fama me preceda, he respondido: “¡por supuesto
!”.

Y como 50 cañones de subfusiles y una cantidad igual de cañones de tanque han apuntado hacia mi nariz, a la voz de “¡Arriba las manos!”.

Y yo, obediente, he levantado las manos. Y en una de ellas llevaba el bastón. De repente, todos los enemigos, tanques incluidos, se han alzado por los aires. ¡El bastón de la familia del colega de Santiago (el apóstol) mola cantidad!

Hemos entrado en Santiago (la ciudad) caminando tan panchos entre los militares que levitaban.


17 de març, 2022

Diario de Jack Murphy (el de la ley de Murphy) por el camino de Santiago (entrada #54).

Entrada 54.

Algo está ocurriendo que no había previsto.

Ella ya no me desprecia como antes. No se levanta de repente de allí donde esté y comienza a patearme la cabeza sin razón aparente. Ha dejado de soltarme sopapos revientacráneos. Ya no me lanza por los ojos rayos de desprecio capaces de quemar el alma o incluso cortar vigas metálicas. Casí podría asegurar que me acepta. Es más: ¡puede que haya comenzado a gustarle estar a mi lado!

¿¿Que está pasando?? Estoy preparado para cualquier adversidad, ¿pero ésto? No estoy acostumbrado y me estoy estresando. ¡Quiero que vuelva la normalidad!

He visto como mira al resto de los peregrinos. Diría que les profesa el mismo odio y la misma inquina que antes solo guardaba para mí. ¿Qué estoy haciendo bien, mujer? ¿Porque me premias de esta manera? ¿Se ha acabado lo nuestro, acaso? ¿Es que ya no me odias?

¿Qué debo hacer? ¡Dios mío, dímelo! ¿Qué debo hacer?