Epílogo
Bueno, lo conseguimos. Hemos cumplido nuestra misión. Hemos logrado culminar con éxito el Camino de Santiago a pesar de todo. Cierto es que hemos pasado momentos difíciles y en más de una ocasión hemos estado a punto de abandonar (el momento de O'Cebreiro, cuando nos vimos atrapados en una cabina de teléfonos roedados de escuadrones enemigos con armas automáticas, cantidad explosivos y cobertura aérea fue un momento bastante estresante, la verdad), pero a pesar de todo, hemos tirado hacia adelante.
Lejano parece ya el día en que nos planteábamos el reto, movidos por varios factores: el desafío de la caminata, el deseo de pedir un milagro para una amiga en necesidad y, porque no decirlo, porque era una nuestras opciones vacacionales más baratas.
Al comentarlo con nuestros allegados, los agoreros pronosticaron, no solo ya que no seríamos capaces de hacer el camino, sino que en el transcurso de éste nuestra pareja se vería tensionada, que empezaríamos a discutir amargamente y acabaríamos el viaje peleados y con ganas de dejarlo.
Vaya, que todo lo que pudiera ir mal, iría mal. Y de entre los matices de las cosas malas, siempre ocurriría lo peor. Y así acabaríamos precipitándonos en una espiral de mal rollo y miseria sin fin.
Ante dicha perspectiva y con no pocas ganas de acallar esas voces malintencionadas, decidimos emprender el viaje con la mejor de las actitudes: nos imbuímos del espíritu de aquellos que están preparados para enfrentarse a malas situaciones que se deterioran hasta convertirse en situaciones aún peores y rayanas en lo ridículo. A todos los efectos, habíamos desaparecido para convertirnos en Jack Murphy, (conocido por la famosa ley formulada en su nombre) y en la teniente Ellen Ripley (que también tuvo lo suyo de situaciones chungas).
Y ahora que Jack y Ellen han conseguido hacernos no solo sobrevivir al camino sino convertirnos en mejores personas en el proceso, volvemos una vez mas a recuperar nuestra propia personalidad, seguros de que, en caso de necesidad, volverán a surgir de nuevo para tomar el control y solucionar cualquier problema. Así que si algo puede salir mal... Que salga. Lidiaremos con ello. De la forma más expeditiva posible.
En fin. Una vez más. Y ahora sí que de verdad, de verdad, de verdad aunque no de mal rollo, ésto es el fin del diario.
Uy. Se me ha caído la tostada. Por suerte ésta vez no ha caído por el lado de la mermelada, mira qué bien.
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