Entrada 42.
Al final de cada etapa siempre vivimos un momento de
máxima incertidumbre. Se escucha cierto redoble de tambores cada vez
que preguntamos al llegar al hotel “¿Tienen habitaciones libres?”.
Invariablemente, las personas que encontramos en recepción nos miran
con cara de pasmo, como si no supieran de qué les hablamos, como si
ni siquiera tuvieran claro que regentan un hotel. Nos regalan la
misma expresión que si les hubiéramos preguntado si tenían una
berenjena en el culo. ¡Mecachis! Hombre, si tuvieran decenas de
clientes... Pero me da la impresión que los hoteles a los que hemos
ido, no hemos visto indicios de que hubieran ocupadas muchas mas
habitaciones aparte de la nuestra.
Bueno, pues hoy, harto de la cara de berenjena, me he abalanzado
sobre el tipo, lo he cogido por la solapa, lo he alzado en vilo...
Y el estampido de un
trabuco ha roto el tenso silencio. Me ha cosido a perdigones. He
comenzado a perder sangre por 15000 agujeros. Me he desplomado
mientras mi señora le entregaba el DNI para empezar a rellenar la
ficha. El dolor era terrible. He empezado a arrastrarme con las uñas
hasta el hospital más próximo, el que está a 95Km. Tal vez, si
llego a tiempo, podré conservar la vida. Si no, puede que esto pueda
suponer el fin del diario.
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