La exclusividad de un sistema hecho para triunfadores incuba el desencanto y la desesperación para los que no pueden o no quieren ganar. Inválidos para la competición, incapaces para el juego, marginados obligados o consentidos, todos ellos, perdedores y olvidados, conocen los límites, entre lo correcto y lo defectuoso, entre los de aquí y los de allá. En una civilización donde la solidaridad brilla por su ausencia (si acaso la caridad, la limosna, y apenas...), no hay lugar para los descarrilados. “¡Que se adapten!” dirán algunos, “¡que se lo ganen como todo el mundo!”, “que lo suden”, y quizá lo acompañarán con un proverbial “¡coño!”. No perder el tren, no apartarse de la carretera, de la línea general, si no: el desprecio, aún peor, el olvido, el aislamiento. Así nos queda de claro desde bien pequeños: dibujando una frontera, los prejuicios juegan su papel divisorio, el corte de la baraja. Fuera de la fronteras, al otra lado, en la cara “mala” del mundo, existe una, otra, sociedad que también vive, ama, odia y teme, que nos habla acerca de los sueños, del anhelo y la aflicción, en fin: de los problemas que siempre han preocupado a la humanidad, pero vistos con otros ojos, mirados desde otra perspectiva. Desde la explosión de los medios de comunicación y el incontestable apogeo del capitalismo, mucho se ha escrito sobre el tema en el siglo XX, Estados Unidos, cuna del sueño americano y el maniqueísmo, es el país donde más expresiones outsiders han acontecido desde el arte en las últimas décadas. Por lo que a la música se refiere hallamos numerosos testimonios que así lo corroboran. De su mano nos sumergimos en la complejidad de ese mundo que algunos se esfuerzan en obviar y otros en relatar. Como ejemplo, y entre otros, que nadie se me vaya a ofender, tenemos a Nirvana, Tom Waits, Neil Young, Nick Cave, PJ Harvey y Cat Power.
Con esta última nos quedamos. Desde su último y aclamado trabajo, The Greatest, nos llega la maravillosa canción de hoy, precisamente The Greatest. Encabezando esta obra maestra del 2006, el tema resulta agridulce, un claroscuro embriagador que con delicadeza nos desarma ante sus majestuosas notas. Allegada al gran público por la benevolencia de ciertos locutores de masas de buen gusto, Chan Marshal (su nombre auténtico) ilumina con este trabajo su discografía de lamentos contenidos y texturas dramáticas. Arropada con los músicos que hicieron grande el sello Motown, graba en Memphis un álbum de redención, un canto de esperanza y recapitulación. Difícil no emocionarse con su lírica y sensible composición, imposible no rendirse ante la madurez que emana de un disco único y excelente. Arreglado a la vieja usanza, el último disco de la americana resalta de entre la saturación de propuestas por su ternura y debilidad; al borde del llanto, Chan nos canta desde el corazón, sin concesiones, sin sentimentalismos mediocres y lágrimas efectistas. Ardua ha sido la tarea de escoger un tema en tan brillante disco, Lived in bars, Could we, Where is my love, Hate y Love and comunication se lo han puesto muy difícil.
Nacida en el sur de los Estados Unidos hace treinta y cuatro primaveras, Chan Marshal es hija de padres divorciados; su progenitor, un pianista itinerante, se hizo cargo de ella desde muy pequeña. Tras una adolescencia tempestuosa comienza a actuar con el sobrenombre de Cat Power, un ascenso vertiginoso le lleva a Nueva York, a Sonic Youth como padrinos y sus primeras grabaciones, Dear sir y Mira Lee, en 1995 y 1996, con la discográfica Plain. Desde el principio, y claramente, se pude identificar su particular apuesta taciturna y enigmática por la música. Cantautora oscura y melancólica, sus letras opresivas enseguida despuntaron por la rudeza y la aplastante sinceridad que desprendían. Adorada por los indies y por los críticos, edita Waht would the community think y, sobretodo, Moon pix, con American flag como bandera. Estos trabajos le dan el prestigio necesario para subsistir en el mercado más alejado del star-system convencional y hacerse un nombre de prestigio entre los entendidos. En el 2000 llega Cover records, un álbum de versiones, con temas de Bob Dylan, The Rolling Stones, The Velvet Underground y otros (nunca antes una versión de Satisfaction había sonado tan diferente), en 2003 You are free y finalmente The Greatest. De aspecto frágil y indefenso, con una prosa herida y lastimada, el repertorio de Cat Power posee el veneno corrosivo de los grandes temas, la maldición de los héroes caídos. Brillando con una fuerza demoledora, nos muestra, desde vaya usted a saber que lado, y en el fondo, qué demonios importa, su irresistible y dolorido magnetismo.
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