¡Feliz viernes a todos!
“Sexo, drogas y rock’n’roll”, las tres palabras mágicas. Invocadas hasta la saciedad por los sacerdotes de la libertad del siglo XX, emergen como un pequeño catálogo de verdades incuestionables entre la juventud occidental. Conforman lo políticamente correcto (y por tanto son susceptibles de ser atacadas desde este “blog”) de muchas generaciones de soñadores y alternativos. Hoy nos centraremos en la segunda palabra, las drogas. Muchas son las referencias que existen en los temas de rock y pop acerca de las substancias que alteran el yo para transportarlo a “otra” lugar. Alcohol, tabaco, marihuana, bencedrina, cocaína, heroína y demás, han colocado a los compositores y músicos, desde que el jazz hizo su puesta en escena allá por los principios de siglo pasado. Jim Morrison, Jimi Hendrix, The Beatles, Pink Floyd y otros grandes han elaborado verdaderos himnos a las drogas y sus consecuentes viajes sensoriales. Mucho se ha hablado de sus efectos nocivos e insanos para la salud, sus categorías se han jerarquizado dependiendo de su peligrosidad. El estado las ha perseguido y condenado, la sociedad ha rechazado algunas de ellas (no olvidemos que vivimos en el país del carajillo y el “ducados”) para marcar una frontera entre lo que es decente y no lo es. Los factores de riesgo son elevados y las consecuencias, a veces, devastadoras. Las adicciones que provocan anulan la persona y entierran la consciencia en el letargo para consternación de amigos y familiares. Después de esta enumeración implacable, es necesario decir que, incluso así, las drogas continúan escandalizando, sorprendiendo, consumiéndose y vendiéndose. La prohibición no es la solución para los problemas que el exceso puede provocar. Y aunque a los poderes fácticos les parezca intolerable, la droga hace feliz a la gente, si no ¿Por qué cojones se consume? Como un papá o una mamá, el gobierno nos dice qué podemos hacer y qué no, no se fía de nosotros y prefiere cortar por lo sano. Aún así, la percepción de los ciudadanos es diferente: para muchos las drogas divierten, a menudo hacen ver con claridad y desconectan de un mundo por el cual, dicen algunos, no vale la pena molestarse. ¿Podemos vivir sin ellas? Tal vez, pero esa no es la pregunta.
Hoy escuchamos uno de esos temas monumentales que aniquilan las almas más sensibles. “Toxicosmos” es una canción difícil y estremecedora. Su incomodidad resalta, además, en una belleza melódica y sinfónica magistralmente ejecutada por “Los Planetas”. Editada en su álbum “Una semana en el motor de un autobús” de 1998, contiene las frases, ciertas y demoledoras, que susurra al micrófono la voz de “J”, el cantante y compositor de la banda granadina, acerca de los detalles de un viaje lisérgico. Sentencias que desgarran, estilo marca de la casa del grupo andaluz, por su crudeza y belleza. Y qué decir del resto del disco, seguramente su mejor y más respetado trabajo. A finales de la década de los noventa, sorprenden con este larga duración que contiene excelentes canciones como “Segundo premio”, “La Playa”, “Línea 1” y “La copa de Europa”. Un disco que responde a una unidad de planteamiento, a una aventura experimental; un disco de los grandes. Cantos al dolor, el alienamiento, las drogas y las miserias generacionales, llenan de un lirismo conmovedor los doce temas del LP. Una portada sugerente (el símbolo de substancia tóxica), avisa de un contenido que puede ser perjudicial para la salud.
Los Planetas nacen a principios de los noventa en Granada, sus componentes son Juan Rodríguez (“Jota”), guitarra y voz, Florent Múñoz guitarra, May Oliver bajo y Paco Rodríguez batería. En 1993 ganan el concurso de maquetas de Radio 3 con el sencillo “Mi hermana pequeña”, más tarde, ya con contrato firmado con un sello discográfico independiente, aparece el “Medusa EP” y en 1994 el primer LP, “Super 8”, convirtiéndose en un referente de la música indie nacional de la década de los noventa. A éste trabajo le siguieron el más incompleto “Pop” de 1996, el propio “Una semana en el...” (ya con el cambio de Kieran Stephen al bajo, Erick Jiménez a la batería y la ampliación de Banin a los teclados y sintetizadores), “Unidad de desplazamiento” en el 2000, “Encuentros con entidades” de 2002 y “Contra la ley de la gravedad” en 2004. A éstos hay que sumarle varios discos de remezclas y compilaciones. Es difícil explicar que representa este grupo para la historia de la música nacional. Para muchos es un grupo sobrevalorado y excesivamente mitificado, para otros es la genial aportación de una formación al margen del establishment comercial y industrial. Quitando la enfermizas, infantiles y estúpidas discusiones de escolares por saber quien es el “mejor” grupo de la música española; el elitismo de los fans de la banda, que parecen llegar al orgasmo cuando se sienten diferentes a los demás por escuchar un grupo minoritario (patética tradición hedonista esta de identificarse desde los demás y no desde uno mismo); y la autosuficiencia del propio grupo, algo característico y requisito indispensable para entrar en el “star-system” de los iconos musicales, repito, quitando todos estos daños colaterales, la música de “Los Planetas” no solo es una de las más representativas de todo un periodo generacional, si no que es auténtica, propia, y endiabladamente buena.
Otro tema son los casos de plagio. Algunas canciones del grupo, como “Segundo Premio” y “Pegado a ti”, y, trsitemente, la lista se agranda, han resultado ser plagios de “With a girl like you” de The Troggs y “Promesses” de Ethienne Daho. Algo francamente lamentable y que, ni, incomprensiblemente, las publicaciones especializadas, ni la propia banda han comentado o publicado algo al respecto.
5 comentaris:
He escuchado toda la cancioncilla de la que no sabía nada ni conocía a los autores. Uhm, no es mi estilo, eso está claro pero si que transmite un estado de ánimo muy determinado.
Sin embargo hay temas en que parecemos condenados a no ponernos de acuerdo:
Bueno, pues yo, al contrario que tu pienso que un gobierno sí debe hacer algo respecto a un problema contra el cual los consumidores se cierran en banda. Y la gente que se siente en el deber de estar siempre a la contra del poder encuentra en éste tema como en las normativas restrictivas para el tabaco (y próximamente para el alcohol) material para cargar sus plumas o, en éste caso, sus teclados.
"La droga hace feliz a la gente"
Bueno es cuestión de opinión o de perspectiva: Cuando te hace feliz? Quizá en el momento del subidón. Pero qué ocurre despues? Acaso el retorno a la serenidad no es mas duro? Se siente igual de feliz alguien cuando deja de estar colgado? No deseará estar colgado a tiempo completo? Estamos preparados para tener amigos a nuestro alrededor que estén drogados de forma permanente?
Y si nos lo miramos a largo plazo?
El hecho de consumir habitualmente de forma prolongada a través de años y años va a dejar la persona igual, como si tal cosa?
"Como un papá o una mamá, el gobierno nos dice qué podemos hacer y qué no"
Pues ciertamente, igual que un padre o una madre no dejan que su hijo meta la mano dentro del fuego, el estado debe procurar por el bien de su ciudadanía. Cuando sabes que las prácticas de tus protegidos son dañinas para sí mismos, no intentarás corregirlas? No intentarás cambiar la perspectiva de un amigo que sabes que se equivoca?
Creo que al inicio de un consumo siempre se dan los mismos factores: inmadurez. Sabiendo que una sustancia es perjudicial, y digo sabiendolo porque todo el mundo lo sabe, no es acaso un acto de inmadurez el seguir haciendolo a pesar de todo? Acaso alguien cree que no nos dicen la verdad sobre eso?
En fin, solo pretendía disentir. Con todo el buen rollo y el cariño posible, pero éste, como el tabaquismo y la guerra, es un tema que no me deja indiferente y no me quedo igual con las opciones que mínimamente puedan interpretarse como "a favor".
Tampoco pretendía ofender a nadie y espero no haberlo hecho.
La provocación, que bonita que es...
La provocación, que bonita que es...
¡Es bonita y constructiva!
En fi, està clar que no esperem el mateix del paper de l'estat. Mentre uns regularitzarien, fins i tot, les partides del parxis de la penya, altres no tocarien res i deixarien que tot anés com una jungla.
Bé, sóc dels que penso més en què puc fer per la gent i el meu entorn que en el què pot fer l'estat per mi. Tot i això, reconec que no sóc dels que aboliria l'estat, una estructura de solidaritat i de serveis per a tota la població són, sota el meu parer, indispensables, però si que m'estimo més una tendència a donar responsabilitats a la població i no una política massa proteccionista. I sens dubte, aquesta prohibició, de la que estem parlant avui, és massa proteccionista. Més aprop de les postures llibertàries que de les doctrines comunistes, penso que el que pot unir aquestes distàncies del socialisme són la solidaritat i un model econòmic diferent.
Escoltainvisible, no crec que ningú se senti ofés amb els teus comentaris, però encara que la teva lectura sobre el tema de les drogues és profunda i elaborada, no puc deixar de constatar que en alguns arguments t'has passat de frenada. Tots sabem que el consum en excés de qualsevol substància (d'acord, potser el bròquil no) és nociu. De fet, tota la introducció de l'article en parla d'això. En aquest sentit, fins i tot, fer massa esport no és bó. Crec que la polèmica no està en l'adicció, que crec que ens podríem possar (tu i jo) d'acord enseguida, sino en el prejudicis dels que has fet gal·la en el teu comentari. De veritat penses que la gent que consumeix drogues no ho fa per què li agrada? Ho fan per què són tontus? Tots són febles i immadurs? No ho sé, evidentement hi ha de tot, però jo intento ser un pèl més obert i contemplar la possibilitat de que no tothom és adicte ni té un mono horrible per tornar a consumir. I aquí què n'ha de fer l'estat? Fer que tots siguem guapos, sans, estiguem en forma i romanguem en el nostre pes ideal? Per a mi, es poden possar el "políticament correcte" per on els càpiga. Acceptaré els sermons al voltant de la nocivitat de certs productes, però no hi estaré d'acord amb la prohibició com a solució als problemes d'adicció.
I per últim, "la verdad", una paraula perillosa. Alguns, no t'ofenguis, no t'hi estic comparant, han fet coses horribles en nom de la veritat, un d'ells va morir fa poc. La veritat pot ser un lloc comú i de consens, però també pot ser, precissament, el contrari: un espai de conflictes i discrepàncies. Si algú, que es pensa que té la veritat, tira pel dret, més en casos com el d'avui, que no es veu un consens a simple vista, pot ser, si més no, perillós.
Esto me recuerda a un relato de Rodolfo Walsh que se llama "Nota al pie".
Hay un primer argumento y una larga nota al pie de página que lentamente pasa a ser tan importante como la narración central.
Dios Salve a los comentarios!
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