17 de novembre, 2006

La canción del viernes (32) “Downtown train” de Tom Waits per Peix

"No quiero que alguien oiga una canción mía y piense en hamburguesas", Tom Waits

¡Hola a todos y feliz viernes!

Disidentes, alborotadores, desechos, marginados, borrachos, prostitutas, vagabundos, drogadictos, usureros, chulos, madams, parados, malditos, y demás, constituyen un entramado olvidado y escondido que palidece bajo la indiferencia del establishment social. Un submundo con unos protagonistas, a los que alguien denominó “outsiders”, que para muchos resultan incómodos y miserables. Una realidad que en los EE.UU. la ha borrado el sueño americano mediante sus barras y estrellas. El Underground, que algunos artistas han reivindicado como un estilo de vida auténtico y fuera de los cánones establecidos por la sociedad occidental, aparece con respeto y devoción en las composiciones que salen de la fabulosa pluma de Tom Waits. Desde las cloacas, emerge un imaginario pertinaz y complejo que lleva hasta la primera línea de la trinchera musical, sin concesiones a la mercadotecnia, la reivindicación de otras existencias, de otras coordenadas. En este viaje vamos de la mano de bueno de Waits, un trovador, un cantautor, que se desenvuelve como pez en el agua porque él mismo vivió esos románticos momentos, esas inquietantes historias. Sus canciones son un pasado que, por fortuna o desgracia, conoció perfectamente hasta la llegada del aburguesamiento, como a él le gusta denominarlo.

Pero vayamos por partes: Tom Waits nació, para gloria de todos nosotros, en el asiento trasero de un taxi el siete de diciembre de 1.949, cuando el vehículo en cuestión se encontraba estacionado en Pomoda (California) por casualidades de la vida. De ascendencia irlandesa-escocesa y noruega, no tardó en descubrir un entorno familiar cuando menos curioso. A los siete años, durante la cena navideña que la familia Waits gustaba celebrar anualmente, su tío vomitó unas tijeras, que en una operación reciente un incompetente médico dejó olvidadas en su garganta, en el plato de pavo asado. Así los años iban pasando y Tom solo quería que su voz se pareciera a la de su tío. Y a fe cierta que lo consiguió, dos paquetes de tabaco al día y una buena dosis de tragos en tabernas baratas le ayudaron. Porque la oscuridad y el humo de los antros de jazz californianos embrujaron desde muy joven a Thomas Allen Waits. Viviendo en moteles de carretera por Santa Monica, Los Angeles y San Diego, se aferró a un piano y una botella de bourbon para conocer todos secretos de los locales de mala muerte del oeste americano. Siguiendo los pasos de la Beat Generation, a la estela de “On the road” de Jack Kerouac, y los poemas de Charles Bukowski, el remolino de la vida lo llevaba aquí y allá con lo puesto. Fue entonces cuando se fraguó el subconsciente que más tarde desencadenó un torrente interminable de notas magnéticas y hipnotizantes, de letras desgarradoras e inclementes. Firmó un contrato con el diablo y publicó sus primeras obras maestras. Los imprescindibles “Closing Time” de 1.973, y “Small Change” de 1.976, son el testimonio del talento creativo del autor para hacer grandes canciones. Pero el alcohol y las drogas eran los precarios jueces de una autodestrucción constante que, inevitablemente, debía de acabar mal. Con los críticos dándole la espalda, editó tres LPs más, pero él y sus circunstancias parecieron llegar a un punto sin retorno; Tom no salía del agujero. Entonces aparecieron los amigotes para darle algo de estabilidad y un poco de aire fresco: Francis Ford Coppola le encargó la banda sonora de su película “Corazonada” y obtuvo pequeños papeles en películas de cierto renombre como “La cocina del infierno” de Sylvester Stallone. Esto le fue muy bien, las alarmas pasaron a Defcon 1 y todos respiraron más tranquilos. Su relación con el cine no quedó ahí, continuó con más papeles en films de Jim Jarmusch, “Coffe and cigarrettes” y Down by the law”, y otra vez con Coppola en “Cotton Club” y “Dracula”. Bandas sonoras para Wim Wenders, Terry Gilliam, Tim Robbins y muchos más, han dejado su imborrable huella en el mundo del celuloide. Porque el teatro y la interpretación siempre han estado muy presentes en la obra de Waits; componen un indispensable dispositivo transversal para ilustrar, en discos y directos, el universo caótico y complejo que emana de sus canciones

Pero fue el encuentro con una mujer lo que cambió la vida de Tom Waits, en 1.981 se casó con Katheleen Brennan. Con ella ha tenido tres hijos y han trabajado juntos en discos, películas y obras de teatro. Desde entonces su capacidad creativa se quintuplicó y vieron la luz trabajos como el excepcional “Rain Dogs”, “Swordfishtrombones”, “Bone Machine” y “Mule Variations”. Desde “Rain dogs” escuchamos el tema de hoy: “Downtown train”, seguramente su tema más conocido. Una poesía cruda y precisa, un amor por lo experimental y un repertorio ecléctico y fascinante, son, tal vez, las tres aproximaciones más sintéticas para definir este sorprendente artista californiano. Sorprendente, entre otras cosas, porque siendo el padre más ocioso de los que llevan a sus hijos a una escuela infantil de San Francisco, éstos le confían su descendencia para que los lleve a menudo de excursión y a eventos culturales; pagaría por colarme en una de ellas.

El próximo lunes, 20 de noviembre, saldrá a la venta el último disco de Tom Waits, “Orphans (brawlers, bawlers & bastards)” un triple disco que recomendamos enérgicamente.

¡Larga vida Tom, larga vida! Brindamos por ti desde esta humilde bitácora.

5 comentaris:

escoltainvisible ha dit...

Què fa el Tom waits versionant Rod Stewart??? Sacrilegi!!

No, en serio, realment pensava que la cançoneta de marres era de Rod. I prefereixo al Rod, la veritat.

Això sí, una recomanació personal: si us trobeu baixos de moral, tristos, us ha deixat la parella, etc, potser Tom Waits no seria la millor opció per posar-vos música, o acabarieu suicidant-vos... Jo he estat a punt de fer-ho sis o set vegades (per no haver d'escoltar-lo més)
Si, pel contrari, esteu pletòrics, alegres, plens d'esperança i contents com un nen el dia abans de nadal, doncs llavors sí: podeu posar-vos Tom Waits i... ...deixareu d'estar-ho.

Aquesta cançó no està del tot malament, però. Però Rod tampoc!!

Anònim ha dit...

Efectivament, Rod Stewart va fer una versió a l'any 1.989 pel seu àlbum recopilatori, deu ser el disc que tens tu. I a partir d'aquí tot depèn dels gustos de cadascun. Per la meva part, no hi ha color. I que consti que respecto molt al cantant escocès.

Un pèl exagerat això del suicidi, però en part tens raó: no tothom està preparat per sentir Tom Waits. Les cançons poden ser festives i alegres, hi han temes per ballar, per emocionar-se, per riure, poder poden ser per moltes coses. I a més, està Tom Waits

alex ha dit...

La canço, molt bona. però t'has deixat un gran paper a la filmografía de Tom Waits. El d'inventor pirat a Mistery Men.

Gran pel·lícula

bitxuverinosa ha dit...

potser t'interessa passar-te per la máquina de huesos, un espai dedicat al petit gran tom waits

http://maquinadehuesos.blogspot.com

Anònim ha dit...

Gràcies per la informació.

Està molt bé aquesta pàgina!