29 de gener, 2006
27 de gener, 2006
La canción del viernes (16) “Insurrección” de El Último de la Fila per Peix
¡Feliz y frío viernes!
Hablar de música española es hablar también de tópicos y de complejos estúpidos. Pese a que, como siempre, España llegó tarde a la música rock y pop, por culpa de la represión política y social del hijo de puta (este si ¿no?) que estuvo sumiendo al país entre tinieblas durante cuatro décadas (¡¡CUATRO DÉCADAS!!), el país siempre tuvo una vocación innata por la música. Muchos fueron los grupos que en su tiempo, y pese a las dificultades, hicieron grandes aportaciones al yermo de le canción española. Las cosas han cambiado mucho, un basto circuito independiente ha nutrido de talento y creatividad el panorama musical. Grupos como Los Planetas, Sidonie, Los Secretos y muchos otros han puesto al rock-pop autóctono donde debía de estar. Mucha ignorancia esconden las afirmaciones que atribuyen falta de talento a las composiciones nacionales. Mucho desconocimiento que deja entrever una dejadez por el hábito del descubrimiento, una incapacidad por apartar la mirada de las radiofórmulas para inmiscuirse, con criterio, en las corrientes musicales que escapan de la dictadura de lo establecido.
Los culpables se lo reparten a partes iguales: un público con pocas inquietudes y conformista; unas discográficas con muy poca vocación por el riesgo, miserables programas de reality-shows sobre mediocres intérpretes, y, por supuesto, el elitismo habitual que revierte de esnobismo lo alternativo en este país. Pero para nada, repito: para nada, la música española pasa una mala época. Cada vez hay más grupos, más estilos y ritmos en composición, más mestizaje, más talento y alternativas. Eso si, cada vez hay menos oportunidades, menos locales de música en directo, y menos contratos. Diagnóstico, dolencia infrastructural. Tratamiento, imaginación y creatividad. Iniciativas como el copy-left y las discográficas con esta filosofía, como la poderosa “Trama virtual”(http://www.tramavirtual.com.br/), han llevado a cabo propuestas muy interesantes, rompiendo las cadenas de la esclavitud de las discográficas.
Hoy repescamos un clásico nacional, “Insurrección” de “El Último de la Fila”. Un grupo que se cuenta entre los incunables de este país. Un carrera que comienza en los “Los Rápidos”, seguidos por “Los Burros”, llegó hasta la formación definitiva, con Manolo García y Quimi Portet a la batuta de esta inolvidable banda. Poesía hecha música, la voz aflamencada de Manolo acompañó la excepcional música de Quimi en un matrimonio musical con matices de leyenda. Adquiriendo un estilo propio y inconfundible, El Último de la Fila escribió, sin duda alguna, algunas de las mejores páginas de la historia del pop-rock español. Discos como el que acoge el tema de hoy, “Nuevas mezclas”, y otras obras de arte como “Enemigos de lo ajeno” y “Como la cabeza al sombrero”, recogen la estimulante prosa de sus letras y la calidad de sus composiciones.
Contaban con un directo furioso, apasionado y original, que aconteció uno de los mejores reclamos para aupar a este dúo barcelonés hasta la categoría de estrellas del pop. Especialmente recordado es aquel concierto en el Estadio Lluís Companys, en que Tina Turner, a la que habían teloneado durante parte de su gira europea, les cedió en lugar de honor y fue ella quien les precedió en aquella noche del año 90. Con esta canción os dejamos hasta la semana que viene, con un tema que nos recuerda que el pop-rock español tiene hondas y prestigiosas raíces.
Hablar de música española es hablar también de tópicos y de complejos estúpidos. Pese a que, como siempre, España llegó tarde a la música rock y pop, por culpa de la represión política y social del hijo de puta (este si ¿no?) que estuvo sumiendo al país entre tinieblas durante cuatro décadas (¡¡CUATRO DÉCADAS!!), el país siempre tuvo una vocación innata por la música. Muchos fueron los grupos que en su tiempo, y pese a las dificultades, hicieron grandes aportaciones al yermo de le canción española. Las cosas han cambiado mucho, un basto circuito independiente ha nutrido de talento y creatividad el panorama musical. Grupos como Los Planetas, Sidonie, Los Secretos y muchos otros han puesto al rock-pop autóctono donde debía de estar. Mucha ignorancia esconden las afirmaciones que atribuyen falta de talento a las composiciones nacionales. Mucho desconocimiento que deja entrever una dejadez por el hábito del descubrimiento, una incapacidad por apartar la mirada de las radiofórmulas para inmiscuirse, con criterio, en las corrientes musicales que escapan de la dictadura de lo establecido.
Los culpables se lo reparten a partes iguales: un público con pocas inquietudes y conformista; unas discográficas con muy poca vocación por el riesgo, miserables programas de reality-shows sobre mediocres intérpretes, y, por supuesto, el elitismo habitual que revierte de esnobismo lo alternativo en este país. Pero para nada, repito: para nada, la música española pasa una mala época. Cada vez hay más grupos, más estilos y ritmos en composición, más mestizaje, más talento y alternativas. Eso si, cada vez hay menos oportunidades, menos locales de música en directo, y menos contratos. Diagnóstico, dolencia infrastructural. Tratamiento, imaginación y creatividad. Iniciativas como el copy-left y las discográficas con esta filosofía, como la poderosa “Trama virtual”(http://www.tramavirtual.com.br/), han llevado a cabo propuestas muy interesantes, rompiendo las cadenas de la esclavitud de las discográficas.
Hoy repescamos un clásico nacional, “Insurrección” de “El Último de la Fila”. Un grupo que se cuenta entre los incunables de este país. Un carrera que comienza en los “Los Rápidos”, seguidos por “Los Burros”, llegó hasta la formación definitiva, con Manolo García y Quimi Portet a la batuta de esta inolvidable banda. Poesía hecha música, la voz aflamencada de Manolo acompañó la excepcional música de Quimi en un matrimonio musical con matices de leyenda. Adquiriendo un estilo propio y inconfundible, El Último de la Fila escribió, sin duda alguna, algunas de las mejores páginas de la historia del pop-rock español. Discos como el que acoge el tema de hoy, “Nuevas mezclas”, y otras obras de arte como “Enemigos de lo ajeno” y “Como la cabeza al sombrero”, recogen la estimulante prosa de sus letras y la calidad de sus composiciones.
Contaban con un directo furioso, apasionado y original, que aconteció uno de los mejores reclamos para aupar a este dúo barcelonés hasta la categoría de estrellas del pop. Especialmente recordado es aquel concierto en el Estadio Lluís Companys, en que Tina Turner, a la que habían teloneado durante parte de su gira europea, les cedió en lugar de honor y fue ella quien les precedió en aquella noche del año 90. Con esta canción os dejamos hasta la semana que viene, con un tema que nos recuerda que el pop-rock español tiene hondas y prestigiosas raíces.
26 de gener, 2006
Perso-natges (2) per Alex
Tornem amb la segona entrega de la secció, amb aquest gran personatge, ànima de l'Equipo-A que es M.A. Barracus, AKA Mr.T. Potser es un personatge que no hauria d'haver sortit ja que ens centrarem mes en personatges que no siguin els protagonistes absoluts, (sempre que sigui possible). Pero M.A. era el cor de l'Equipo A i sense ell no haguès estat el mateix. Vaig apuntant totes les propostes de personatges que aneu fent, i m'agrada saber que molts dels que demaneu ja estan en cartera, així que no estic massa equivocat en el plantejament de la secció, jejeje.
Au, aquí queda.
Au, aquí queda.
23 de gener, 2006
Perso-natges (1) per Alex
Em prenc la llibertat de encetar una nova secció a on intentaré que, amb asiduitat, conegueu personatges que van marcar una mica la meva infància televisiva, i espero que la vostra. Comencem per en Rick, de "Els Joves". El compponent anarquista d'aquest bizarru mon d'estudiants anglesos.
Accepto peticions de perso-natges que us hagin marcat i s'intentarà que els veieu reflexats a la web.
Accepto peticions de perso-natges que us hagin marcat i s'intentarà que els veieu reflexats a la web.
20 de gener, 2006
La canción del viernes (15) “Little wing” de The Jimi Hendrix Experience per Peix
La tristeza y el desamparo nos invade en este frío viernes de enero: hoy ha fallecido Wilson Pickett. Referente obligado en la eclosión del soul a principios de los sesenta, hoy le recordamos y le rendimos un emocionada despedida desde esta humilde bitácora. Más adelante, desde esta sección, hablaremos de él y de su magnífica obra.
Pero para hoy teníamos reservado, con el permiso del Sr. Pickett, un magnético tema del genio de las seis cuerdas, del amo de la electricidad, de la leyenda más grande que el rock jamás haya contado, una obra maestra del inolvidable Jimi Hendrix. Virtuoso, arriesgado, majestuoso, este chico de Seattle revolucionó durante dos años la música rock con sus travesuras. Cuando “Are you experienced” vió la luz en 1.967, y después de algunos años como reconocido músico de sesión, Hendrix asombró al mundo con su primera aportación creativa al circuito de los vinilos. Junto a su banda, Redding y Mitchell, llamados “The Jimi Hendrix Experience”, firmaron una de las mejores óperas primas jamás grabadas. Un impresionante elenco de canciones que emanaban de una hipnótica mezcla entre el rock, el pop, la psicodelia, el soul y el rhythm and blues.
A este disco le siguió “Axis: Bold as love”, de donde extraemos el tema de hoy, una balada inmortal y lisérgica llamada “Little wing”. Y con este disco, más experimentación: se atrevió a pincelar con el jazz, profundizó con el wah-wah, perfeccionó las distorsiones y, incluso, se permitió algún guiño de cara a la galería (“Exp”). La leyenda continuaba su rumbo cuando llegó otra obra maestra “Electric Ladyland”. Y después los problemas, Noel Redding y Jimi Hendrix se discutían continuamente, esto era demasiado para una formación que dependía casi exclusivamente de la inspiración de su líder, y acabó por destruir definitivamente la triunfal marcha de la banda. En 1.969 llegó una nueva formación y su consiguiente álbum, pero Hendrix ya no era el mismo, ni musicalmente ni personalmente. Las drogas comenzaban a minar la consciencia del guitarrista. Los problemas personales afloraban allá por dondequiera que él estuviera, un horrible velo de obsesiones y miedos nublaba la vista de Hendrix. Su vida y obra iba de mal en peor hasta que todo acabó en la mañana del 18 de septiembre de 1.970, cuando su novia lo encontró muerto en el suelo de su habitación; se había ahogado con su propio vómito.
Su trayectoria fue corta pero intensa. La innovación presidió la mayoría de sus composiciones, el talento surgía a raudales de las notas de su stratocaster, pero si por algo lo recordaremos será por sus geniales y inolvidables directos. Sus actuaciones en vivo fueron como orgías musicales, con espacio para la improvisación y los sentimientos. Como un ritual religioso, quemaba o destrozaba su guitarra al final de sus conciertos, sacralizando de esta manera el más importante símbolo de la música contemporánea de nuestro tiempo. Para el recuerdo queda esa estampa que marcó toda una generación; para recordarlo recuperamos esta memorable pieza.
Pero para hoy teníamos reservado, con el permiso del Sr. Pickett, un magnético tema del genio de las seis cuerdas, del amo de la electricidad, de la leyenda más grande que el rock jamás haya contado, una obra maestra del inolvidable Jimi Hendrix. Virtuoso, arriesgado, majestuoso, este chico de Seattle revolucionó durante dos años la música rock con sus travesuras. Cuando “Are you experienced” vió la luz en 1.967, y después de algunos años como reconocido músico de sesión, Hendrix asombró al mundo con su primera aportación creativa al circuito de los vinilos. Junto a su banda, Redding y Mitchell, llamados “The Jimi Hendrix Experience”, firmaron una de las mejores óperas primas jamás grabadas. Un impresionante elenco de canciones que emanaban de una hipnótica mezcla entre el rock, el pop, la psicodelia, el soul y el rhythm and blues.
A este disco le siguió “Axis: Bold as love”, de donde extraemos el tema de hoy, una balada inmortal y lisérgica llamada “Little wing”. Y con este disco, más experimentación: se atrevió a pincelar con el jazz, profundizó con el wah-wah, perfeccionó las distorsiones y, incluso, se permitió algún guiño de cara a la galería (“Exp”). La leyenda continuaba su rumbo cuando llegó otra obra maestra “Electric Ladyland”. Y después los problemas, Noel Redding y Jimi Hendrix se discutían continuamente, esto era demasiado para una formación que dependía casi exclusivamente de la inspiración de su líder, y acabó por destruir definitivamente la triunfal marcha de la banda. En 1.969 llegó una nueva formación y su consiguiente álbum, pero Hendrix ya no era el mismo, ni musicalmente ni personalmente. Las drogas comenzaban a minar la consciencia del guitarrista. Los problemas personales afloraban allá por dondequiera que él estuviera, un horrible velo de obsesiones y miedos nublaba la vista de Hendrix. Su vida y obra iba de mal en peor hasta que todo acabó en la mañana del 18 de septiembre de 1.970, cuando su novia lo encontró muerto en el suelo de su habitación; se había ahogado con su propio vómito.
Su trayectoria fue corta pero intensa. La innovación presidió la mayoría de sus composiciones, el talento surgía a raudales de las notas de su stratocaster, pero si por algo lo recordaremos será por sus geniales y inolvidables directos. Sus actuaciones en vivo fueron como orgías musicales, con espacio para la improvisación y los sentimientos. Como un ritual religioso, quemaba o destrozaba su guitarra al final de sus conciertos, sacralizando de esta manera el más importante símbolo de la música contemporánea de nuestro tiempo. Para el recuerdo queda esa estampa que marcó toda una generación; para recordarlo recuperamos esta memorable pieza.
19 de gener, 2006
18 de gener, 2006
15 de gener, 2006
13 de gener, 2006
La canción del viernes (14) “So flute” de Saint Germain per Peix
¡Feliz viernes!
Esta vez dejamos paso a la modernidad. Si es que aún se le puede llamar así. Ludovic Navarre, Ludo para los amigos, iba para windsurfista, pero una lesión grave lo alejó de las olas para llevarlo hasta los vinilos y la música electrónica. Nunca una lesión fue tan propiciadora. Ya entre bytes, ratones y chips, este francés se metió de lleno en la música house y las pistas de baile. Como un torbellino que para y reflexiona, bajó las revoluciones de sus composiciones y se unió al clan de los “con la calma”. Su música se tornó tranquila, introspectiva y melancólica. Pasadas diversas experiencias electrónicas (Deep Side, Soofle, Modus Vivendi, LN's, Nuages, D.S) encontró la piedra de toque del proyecto que lo encumbraría en el reino de los sintetizadores: Saint Germain.
Mezclando el jazz con el house, este director de orquesta, llevó nuestros oídos al límite de la imaginación. Sonidos jamás escuchados sacudieron los altavoces en la navidad de 1.996. Mientras unos se empeñaban en decir que el rock había muerto y otros, ignorantes musicales, alegaban que no se hacía nada nuevo desde los setenta, Massive Attack, The Chemical Brothers, Portishead y los propios Saint Germain, abanderaban los vientos del cambio. Ya no eran las guitarras las que desprendían modernidad: eran la amalgama de sonidos y estilos que se fusionaban en los clubes de música electrónica. Superando la mediocridad de los éxitos que las radio-fórmulas nos torpedeaban a diestro y siniestro, estos músicos buscaban la innovación, la originalidad, la evolución.
Hoy recuperamos un magnífico tema de su segundo trabajo. “So flute” fue el primer single de “Tourist”, un álbum que arrasó en el cambio de milenio. Saciando a los modernos y alucinando a los no iniciados, este tema se mete en nuestras cabezas hasta hacerlas enloquecer. Más que nunca, la música electrónica daba pasos hacía la popularidad. Escribiendo de esta manera el principio de su fin, ya se sabe que, para algunos, todo lo que se ya no es ajeno para la mayoría carece de interés y se convierte (¡¡oh, sorpresa!!) en mediocre. Dejando de banda planteamientos elitistas, la música de St. Germain enaltece el alma y nos lleva de viaje a lo parcialmente desconocido. Para hacernos descubrir todo lo que una coctelera de riesgo y imaginación ha compuesto para nosotros.
Esta vez dejamos paso a la modernidad. Si es que aún se le puede llamar así. Ludovic Navarre, Ludo para los amigos, iba para windsurfista, pero una lesión grave lo alejó de las olas para llevarlo hasta los vinilos y la música electrónica. Nunca una lesión fue tan propiciadora. Ya entre bytes, ratones y chips, este francés se metió de lleno en la música house y las pistas de baile. Como un torbellino que para y reflexiona, bajó las revoluciones de sus composiciones y se unió al clan de los “con la calma”. Su música se tornó tranquila, introspectiva y melancólica. Pasadas diversas experiencias electrónicas (Deep Side, Soofle, Modus Vivendi, LN's, Nuages, D.S) encontró la piedra de toque del proyecto que lo encumbraría en el reino de los sintetizadores: Saint Germain.
Mezclando el jazz con el house, este director de orquesta, llevó nuestros oídos al límite de la imaginación. Sonidos jamás escuchados sacudieron los altavoces en la navidad de 1.996. Mientras unos se empeñaban en decir que el rock había muerto y otros, ignorantes musicales, alegaban que no se hacía nada nuevo desde los setenta, Massive Attack, The Chemical Brothers, Portishead y los propios Saint Germain, abanderaban los vientos del cambio. Ya no eran las guitarras las que desprendían modernidad: eran la amalgama de sonidos y estilos que se fusionaban en los clubes de música electrónica. Superando la mediocridad de los éxitos que las radio-fórmulas nos torpedeaban a diestro y siniestro, estos músicos buscaban la innovación, la originalidad, la evolución.
Hoy recuperamos un magnífico tema de su segundo trabajo. “So flute” fue el primer single de “Tourist”, un álbum que arrasó en el cambio de milenio. Saciando a los modernos y alucinando a los no iniciados, este tema se mete en nuestras cabezas hasta hacerlas enloquecer. Más que nunca, la música electrónica daba pasos hacía la popularidad. Escribiendo de esta manera el principio de su fin, ya se sabe que, para algunos, todo lo que se ya no es ajeno para la mayoría carece de interés y se convierte (¡¡oh, sorpresa!!) en mediocre. Dejando de banda planteamientos elitistas, la música de St. Germain enaltece el alma y nos lleva de viaje a lo parcialmente desconocido. Para hacernos descubrir todo lo que una coctelera de riesgo y imaginación ha compuesto para nosotros.
11 de gener, 2006
09 de gener, 2006
06 de gener, 2006
La canción del viernes (13) “Sweet Mary” de Richard Bona per Peix
¡Hola a todos y feliz viernes!
Si algo no se esperaba de un músico de sesión que ha acompañado a los más brillantes músicos del jazz contemporáneo, es que compusiera un disco como el que publicó allá por 1.999. “Scenes from my life” sorprendió a todos, incluso a Bransford Marsalis, el hombre que le propuso gestar lo que tendría de ser su primer trabajo en solitario. Este camerunés, nacido en la pequeña aldea de Minta, daba el paso definitivo hacia la independencia musical.
Desde muy pequeño, Richard, abandonaba el hogar familiar para hacer de griot. Un griot es un cuentacuentos que recorre los poblados del África subsahariana haciendo las delicias de quien quiera escucharlo. Este estilo de vida nómada y artístico, fragua una personalidad valiente que más tarde lo hará volar y experimentar. También educó su carisma para explicar historias. Historias de emoción y aventuras, de penurias y tragedias, de comedias y carcajadas, de amores y de odios. Y es que él se define a si mismo como contador de historias. Y así lo refrendan sus discos. Trabajos llenos de experiencias, de anhelos y frustraciones. En fin, fraguados en la vida misma.
Richard es autodidacta. Es decir, todos los instrumentos que toca los aprendió observando. Este increíble talento lo desarrolló la pobreza y la necesidad, se jacta él en las entrevistas. Miraba y miraba a los que tocaban aquellos maravillosos objetos. Memorizaba las notas y los movimientos para después poderlos repetir en aquellos extraños artefactos que fabricaba por él mismo. A veces con los cables de freno de una bicileta, a veces con las latas de conserva que recogía de los restaurantes, este espíritu inquieto, elaboraba lo que era el fruto de su verdadera pasión. Más tarde, el mundo occidental hizo presencia en su pequeña aldea abriendo el primer club de música en directo de la zona. Un curiosidad de adolescente le llevó a pasarse horas y horas entre las paredes de aquel local nocturno. Y allá escuchó por primera vez a Jaco Pastorious, su música cambió su vida para siempre. Aquellas improvisaciones, aquel jazz complejo y poderoso lo llevó a tocar el bajo eléctrico. Del club a Paris, de Paris a New York, y de allí a la gloria. Joe Zawinul lo descubrió. Más tarde colaboró con Pat Metheny, Mike Stern, Bobby McFerrin, Randy Brecker, Danilo Pérez y otros grandes del jazz.
Y así llegamos a su etapa en solitario. Una sorprendente y agradable caja de sorpresas. Músicas llenas de color y sentimiento. Una eclosión de talento y sensibilidad. Ritmos africanos magistralmente entremezclados con el jazz. Notas musicales que saltan y bailan alegremente entre el pop, la bossanova, el calipso y la salsa. Canciones que se hacen acompañar de su maravillosa y fascinante prosa, y que su alegre falsete las entona en alguno de los doscientos dialectos que se hablan en el Camerún. Sin atisbo de tener complejos lingüísticos, Richard Bona nos traslada al corazón del continente más pobre del planeta. Para hacernos recorrer los espectaculares paisajes que colman de belleza los recuerdos de un viaje pasado o los expectativas de un futuro traslado. Para hablarnos de la honestidad de sus gentes. De la cotidianidad de unas sociedades de las que poco o nada conocemos.
Escoger un tema de su segundo LP es una tarea harto difícil para mi en esta mañana del día de reyes. Cualquiera de ellas podría acompañar a esta canción del viernes. Por el momento, proponemos Sweet Mary (Everyone has a choice). Un delicioso susurro de humanidad.
Si algo no se esperaba de un músico de sesión que ha acompañado a los más brillantes músicos del jazz contemporáneo, es que compusiera un disco como el que publicó allá por 1.999. “Scenes from my life” sorprendió a todos, incluso a Bransford Marsalis, el hombre que le propuso gestar lo que tendría de ser su primer trabajo en solitario. Este camerunés, nacido en la pequeña aldea de Minta, daba el paso definitivo hacia la independencia musical.
Desde muy pequeño, Richard, abandonaba el hogar familiar para hacer de griot. Un griot es un cuentacuentos que recorre los poblados del África subsahariana haciendo las delicias de quien quiera escucharlo. Este estilo de vida nómada y artístico, fragua una personalidad valiente que más tarde lo hará volar y experimentar. También educó su carisma para explicar historias. Historias de emoción y aventuras, de penurias y tragedias, de comedias y carcajadas, de amores y de odios. Y es que él se define a si mismo como contador de historias. Y así lo refrendan sus discos. Trabajos llenos de experiencias, de anhelos y frustraciones. En fin, fraguados en la vida misma.
Richard es autodidacta. Es decir, todos los instrumentos que toca los aprendió observando. Este increíble talento lo desarrolló la pobreza y la necesidad, se jacta él en las entrevistas. Miraba y miraba a los que tocaban aquellos maravillosos objetos. Memorizaba las notas y los movimientos para después poderlos repetir en aquellos extraños artefactos que fabricaba por él mismo. A veces con los cables de freno de una bicileta, a veces con las latas de conserva que recogía de los restaurantes, este espíritu inquieto, elaboraba lo que era el fruto de su verdadera pasión. Más tarde, el mundo occidental hizo presencia en su pequeña aldea abriendo el primer club de música en directo de la zona. Un curiosidad de adolescente le llevó a pasarse horas y horas entre las paredes de aquel local nocturno. Y allá escuchó por primera vez a Jaco Pastorious, su música cambió su vida para siempre. Aquellas improvisaciones, aquel jazz complejo y poderoso lo llevó a tocar el bajo eléctrico. Del club a Paris, de Paris a New York, y de allí a la gloria. Joe Zawinul lo descubrió. Más tarde colaboró con Pat Metheny, Mike Stern, Bobby McFerrin, Randy Brecker, Danilo Pérez y otros grandes del jazz.
Y así llegamos a su etapa en solitario. Una sorprendente y agradable caja de sorpresas. Músicas llenas de color y sentimiento. Una eclosión de talento y sensibilidad. Ritmos africanos magistralmente entremezclados con el jazz. Notas musicales que saltan y bailan alegremente entre el pop, la bossanova, el calipso y la salsa. Canciones que se hacen acompañar de su maravillosa y fascinante prosa, y que su alegre falsete las entona en alguno de los doscientos dialectos que se hablan en el Camerún. Sin atisbo de tener complejos lingüísticos, Richard Bona nos traslada al corazón del continente más pobre del planeta. Para hacernos recorrer los espectaculares paisajes que colman de belleza los recuerdos de un viaje pasado o los expectativas de un futuro traslado. Para hablarnos de la honestidad de sus gentes. De la cotidianidad de unas sociedades de las que poco o nada conocemos.
Escoger un tema de su segundo LP es una tarea harto difícil para mi en esta mañana del día de reyes. Cualquiera de ellas podría acompañar a esta canción del viernes. Por el momento, proponemos Sweet Mary (Everyone has a choice). Un delicioso susurro de humanidad.
05 de gener, 2006
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