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29.
Me veo obligado a mencionar aquí a un colectivo profesional
altamente dañino. Una serie de personas que se dedican a hacer
indiscriminadamente el mal a las personas que confían en ellos. Me
refiero a los AUTORES DE GUÍAS DE VIAJE.
Pues
si. El autor de nuestra guía se ha dejado llevar por sus bajas
pasiones. Para empezar, siempre le resta 4 o 5 kilómetros de promedio a
las distancias entre los puntos del camino, de forma que cada vez que
alcanzas dichos puntos, lo haces reventado.
Otra: el tipo nos ha obligado a dar un rodeo la mar de tonto, por nadie sabe qué razón. Cansar al respetable, se conoce.
Pero
la puntilla nos la ha dado con una indicación que decía: “en cierto
cruce no hay señalización. ¡A la izquierda!”, ha exclamado ahí, entre
dos admiraciones tan grandes como sus dos cojones. Total, que nosotros
hemos hallado un cruce sin señalización. Había un camino evidente, que
era el que veníamos siguiendo y dos que surgían a los lados,
perpendiculares al nuestro. ¿Y nosotros qué podíamos hacer? Pues hacerle
caso, que para eso somos los pringados viajeros.
Cuando
hemos llegado a la puta mierda, unos cuantos kilómetros más abajo,
hemos decidido tres cosas: la primera, volver atrás, a retomar el camino
evidente; la segunda, cagarnos en su madre; la tercera, buscarle a él y
a toda su parentela para que puedan conocer muy de cerca como son las
balas de una magnum 45.