29 de juliol, 2005
28 de juliol, 2005
Relats (1) "El Ruido y la Furia" per Federico Majdalani
EL RUIDO Y LA FURIA
Esta historia ocurrió en Buenos Aires hace menos de un mes. Podría haber pasado en cualquier otra ciudad, hace treinta años o dentro de veinte, pero pasó hace sólo unos días en Buenos Aires.
Javier comenzó su recorrido en el autobús de la línea 152 con su hija menor sentada en el primer asiento, quizás se lo habría prometido hacía varios meses. Javier es chofer de la línea 152 y esa mañana a diferencia de otras mañanas no terminaría su recorrido.
Alberto ya llevaba varias horas sobre su taxi. Estaba cansado del taxi pero no le quedaba otra alternativa que aguantar, aguantar todo lo que pudiera.
Javier puede que no se llame Javier, sí puedo afirmar que es joven, más de veinte y menos de treinta, quizás más cerca de treinta. Alberto no sé como se llama pero roza los cincuenta años, no fue toda la vida taxista, nadie es toda la vida taxista.
La avenida exacta donde ocurrieron los hechos tampoco tengo la suerte de saberlo, yo me imaginé que todo transcurría en la avenida Santa Fe. Allí la convivencia entre autobuses y taxis es constante.
Javier conduce un autobús, Alberto un taxi y sus vehículos coinciden una mañana de primavera en la avenida Santa Fe. El coche de Alberto aguardaba junto a la acera mientras bajaba con dificultad un pasajero algo mayor. El autobús de Javier pasó a su lado y le arrancó de cuajo el espejo retrovisor. Javier frenó el autobús en cuanto pudo y vio que ya se acercaba Alberto hacia su ventana. No era el Alberto que probablemente conocían sus amigos, que siempre estaba de buen humor, no era el padre de tres hijos, era otro Alberto, era un Alberto cansado, hastiado, resignado, con un hierro en la mano. Un Alberto dispuesto a descargar toda su frustración en el cráneo de Javier.
En este punto es cuando me doy cuenta de que sí es importante que esto haya ocurrido en Buenos Aires, en esta ciudad nerviosa alguien te puede partir fácilmente el cráneo por un espejo retrovisor.
En fin, el tema es que el cráneo de Javier se quedó dentro del autobús dando a entender que no quería problemas. En otra ocasión se habría bajado a enfrentarlo, pero la mirada asustada de su hija lo anudó al asiento y desde ahí intentó calmar la situación.
Este momento de insultos y provocación duró unos minutos hasta que Javier decidió dar por terminado el tema, encender el motor y continuar con su recorrido. Alberto se interpuso en su camino. Su mirada desquiciada atravesaba todo el autobús. Su impotencia apretó firme su mano contra el hierro que llevaba en lo alto, su desesperanza lo llevó hasta el espejo retrovisor del autobús y la fatalidad dio el certero golpe. El espejo voló por los aires y cayó haciéndose trizas en la calle.
Conmocionado, Alberto decidió volver al taxi. Sus piernas temblorosas bordeaban el interminable autobús mientras éste avanzaba en sentido contrario, lentamente, a su lado. Alberto lo iba recorriendo con golpes que se fueron transformando en palmas abiertas desesperadas por encontrar un punto de apoyo. Las piernas finalmente se aflojaron, agarrotaron sus pasos y cayó al suelo. Cayó junto a un autobús sin espejo. Un autobús que destrozó el cuerpo con sus ruedas. Un autobús conducido por un chofer que podría haber buscado el espejo para realizar su maniobra. Un espejo que habría podido evitar la fatalidad, que habría reflejado toda la miseria con la que se alejaba ese hombre abatido por la vida. Una ausencia que erigió un umbral invisible entre suicidio y asesinato.
Se me cruzan palabras, simbolismos, círculos que envuelven víctimas y victimarios, da igual, es sólo una historia más, tan trágica como real, que pasó hace unos días en mi ciudad, a pocas manzanas de mi casa y en la que murió una persona que podría haberse llamado Alberto.
Esta historia ocurrió en Buenos Aires hace menos de un mes. Podría haber pasado en cualquier otra ciudad, hace treinta años o dentro de veinte, pero pasó hace sólo unos días en Buenos Aires.
Javier comenzó su recorrido en el autobús de la línea 152 con su hija menor sentada en el primer asiento, quizás se lo habría prometido hacía varios meses. Javier es chofer de la línea 152 y esa mañana a diferencia de otras mañanas no terminaría su recorrido.
Alberto ya llevaba varias horas sobre su taxi. Estaba cansado del taxi pero no le quedaba otra alternativa que aguantar, aguantar todo lo que pudiera.
Javier puede que no se llame Javier, sí puedo afirmar que es joven, más de veinte y menos de treinta, quizás más cerca de treinta. Alberto no sé como se llama pero roza los cincuenta años, no fue toda la vida taxista, nadie es toda la vida taxista.
La avenida exacta donde ocurrieron los hechos tampoco tengo la suerte de saberlo, yo me imaginé que todo transcurría en la avenida Santa Fe. Allí la convivencia entre autobuses y taxis es constante.
Javier conduce un autobús, Alberto un taxi y sus vehículos coinciden una mañana de primavera en la avenida Santa Fe. El coche de Alberto aguardaba junto a la acera mientras bajaba con dificultad un pasajero algo mayor. El autobús de Javier pasó a su lado y le arrancó de cuajo el espejo retrovisor. Javier frenó el autobús en cuanto pudo y vio que ya se acercaba Alberto hacia su ventana. No era el Alberto que probablemente conocían sus amigos, que siempre estaba de buen humor, no era el padre de tres hijos, era otro Alberto, era un Alberto cansado, hastiado, resignado, con un hierro en la mano. Un Alberto dispuesto a descargar toda su frustración en el cráneo de Javier.
En este punto es cuando me doy cuenta de que sí es importante que esto haya ocurrido en Buenos Aires, en esta ciudad nerviosa alguien te puede partir fácilmente el cráneo por un espejo retrovisor.
En fin, el tema es que el cráneo de Javier se quedó dentro del autobús dando a entender que no quería problemas. En otra ocasión se habría bajado a enfrentarlo, pero la mirada asustada de su hija lo anudó al asiento y desde ahí intentó calmar la situación.
Este momento de insultos y provocación duró unos minutos hasta que Javier decidió dar por terminado el tema, encender el motor y continuar con su recorrido. Alberto se interpuso en su camino. Su mirada desquiciada atravesaba todo el autobús. Su impotencia apretó firme su mano contra el hierro que llevaba en lo alto, su desesperanza lo llevó hasta el espejo retrovisor del autobús y la fatalidad dio el certero golpe. El espejo voló por los aires y cayó haciéndose trizas en la calle.
Conmocionado, Alberto decidió volver al taxi. Sus piernas temblorosas bordeaban el interminable autobús mientras éste avanzaba en sentido contrario, lentamente, a su lado. Alberto lo iba recorriendo con golpes que se fueron transformando en palmas abiertas desesperadas por encontrar un punto de apoyo. Las piernas finalmente se aflojaron, agarrotaron sus pasos y cayó al suelo. Cayó junto a un autobús sin espejo. Un autobús que destrozó el cuerpo con sus ruedas. Un autobús conducido por un chofer que podría haber buscado el espejo para realizar su maniobra. Un espejo que habría podido evitar la fatalidad, que habría reflejado toda la miseria con la que se alejaba ese hombre abatido por la vida. Una ausencia que erigió un umbral invisible entre suicidio y asesinato.
Se me cruzan palabras, simbolismos, círculos que envuelven víctimas y victimarios, da igual, es sólo una historia más, tan trágica como real, que pasó hace unos días en mi ciudad, a pocas manzanas de mi casa y en la que murió una persona que podría haberse llamado Alberto.
26 de juliol, 2005
"Crítiques de cine" per David Ferrer
El testamento del doctor Mabuse
Fa un temps, els Cinemes Verdi ens van oferir l’oportunitat de visionar, en la seva versió restaurada, l’últim film que Fritz Lang rodà a Alemanya, abans del seu exili propiciat pel règim nacional-socialista. I aquest fet no és casual, ja que, en gran part, aquesta cinta fou la causant de la seva forçada partida. La pel·lícula en qüestió, El testamento del Doctor Mabuse, s’erigeix en el primer film antinazi produït, a més, dins l’Alemanya de Hitler –el propi Lang, anys més tard i als EUA, reemprendria el seu particular cicle amb pel·lícules tan brillants com ara Man Hunt (1941), Hangmen Also Die (1943) o El ministerio del miedo (The Ministry of Fear, 1943).
El film reprèn les peripècies del sinistre Doctor Mabuse –creació literària d’en Norbert Jacques, portada per Lang a la pantalla el 1922– deu anys després del seu confinament en un sanatori mental, just on s’acabava el film precedent. Allà, el malèvol doctor resta inconscient quan, dins el seu estat de trànsit, redacta un catàleg del crim, que servirà de guia per a que d’altres, en la seva absència, estableixin el pànic i el desordre, i així alçar sobre les seves ruïnes un imperi basat en la delinqüència. Amb aquesta finalitat, es fa valer de la hipnosi per tal que el director del sanatori on és internat agafi el seu testament i segueixi la seva creuada per a instaurar un nou ordre: el del terror.
Això, que a primera vista podria semblar un film més de terror psicològic esdevé, des de la seva concepció inicial, una apologia contra el règim nazi, on moltes de les consignes d’Adolf Hitler són posades en boca del Doctor Mabuse: “Quan la humanitat, subjugada pel terror del crim, hagi embogit conduïda per la por i l’horror, i quan el caos hagi esdevingut la llei suprema, aleshores arribarà el moment per a l’imperi del crim”. Aquesta i d’altres situacions portaren a la prohibició de la pel·lícula a Alemanya, poc abans de la seva estrena oficial. Acte seguit, el ministre de propaganda nazi, Joseph Goebbels cridà Lang –els films del qual gaudien d’un gran prestigi a Alemanya– a la seva oficina i, lluny d’abordar abastament el tema de la prohibició de Mabuse, pel qual passà de puntetes, li oferí, a petició del Führer, que s’ocupés de la direcció general de la cinematografia del Tercer Reich. Lang, que sospità que es tractava d’un muntatge, es va limitar a dir que sí a tot, i que se sentia molt honorat amb aquell oferiment, i tot just sortir de l’edifici, anà a casa seva a fer les maletes i, sense temps per a treure els diners del bancs, sortí del país tan ràpid com pogué, primer a França i després als Estats Units.
Lluny del jugador delinqüent –perillós, però comú– del film de 1922, El testamento del Doctor Mabuse presenta l’amenaça d’un ésser invisible el qual, si ets prou audaç com per apropar-te més del compte, descobriràs que es tracta d’una silueta de cartró retallada parlant des de la gravació d’un gramòfon. Una amenaça que prefigura, amb set dècades d’antelació, l’onada que estem vivint en els nostres dies, on líders del terrorisme global no són més que personificacions fabulesques a les quals la gent es gira i critica en massa, però que són inaccessibles, si no del tot inexistents, apropant-se també al Goldstein de l’obra mestra de George Orwell, 1984. Així doncs, l’enemic número 1 no és una persona, sinó un col·lectiu desenfrenat que actua liderat per una icona que representa una idea. Hi ha res més intangiblement terrorífic que lluitar contra una idea?
Fritz Lang sabia del cert que no, i per això va construir aquesta obra mestra que culmina totes aquelles preocupacions temàtiques i estilístiques que va anar forjant durant la seva carrera a Alemanya. Un film que, amb el pas del temps, ha anat –malauradament– guanyant en vigència. Un film que no ens podem permetre el luxe d’oblidar. Un film que, en tots els casos, s’ha de veure. No us el perdeu.
Fa un temps, els Cinemes Verdi ens van oferir l’oportunitat de visionar, en la seva versió restaurada, l’últim film que Fritz Lang rodà a Alemanya, abans del seu exili propiciat pel règim nacional-socialista. I aquest fet no és casual, ja que, en gran part, aquesta cinta fou la causant de la seva forçada partida. La pel·lícula en qüestió, El testamento del Doctor Mabuse, s’erigeix en el primer film antinazi produït, a més, dins l’Alemanya de Hitler –el propi Lang, anys més tard i als EUA, reemprendria el seu particular cicle amb pel·lícules tan brillants com ara Man Hunt (1941), Hangmen Also Die (1943) o El ministerio del miedo (The Ministry of Fear, 1943).
El film reprèn les peripècies del sinistre Doctor Mabuse –creació literària d’en Norbert Jacques, portada per Lang a la pantalla el 1922– deu anys després del seu confinament en un sanatori mental, just on s’acabava el film precedent. Allà, el malèvol doctor resta inconscient quan, dins el seu estat de trànsit, redacta un catàleg del crim, que servirà de guia per a que d’altres, en la seva absència, estableixin el pànic i el desordre, i així alçar sobre les seves ruïnes un imperi basat en la delinqüència. Amb aquesta finalitat, es fa valer de la hipnosi per tal que el director del sanatori on és internat agafi el seu testament i segueixi la seva creuada per a instaurar un nou ordre: el del terror.
Això, que a primera vista podria semblar un film més de terror psicològic esdevé, des de la seva concepció inicial, una apologia contra el règim nazi, on moltes de les consignes d’Adolf Hitler són posades en boca del Doctor Mabuse: “Quan la humanitat, subjugada pel terror del crim, hagi embogit conduïda per la por i l’horror, i quan el caos hagi esdevingut la llei suprema, aleshores arribarà el moment per a l’imperi del crim”. Aquesta i d’altres situacions portaren a la prohibició de la pel·lícula a Alemanya, poc abans de la seva estrena oficial. Acte seguit, el ministre de propaganda nazi, Joseph Goebbels cridà Lang –els films del qual gaudien d’un gran prestigi a Alemanya– a la seva oficina i, lluny d’abordar abastament el tema de la prohibició de Mabuse, pel qual passà de puntetes, li oferí, a petició del Führer, que s’ocupés de la direcció general de la cinematografia del Tercer Reich. Lang, que sospità que es tractava d’un muntatge, es va limitar a dir que sí a tot, i que se sentia molt honorat amb aquell oferiment, i tot just sortir de l’edifici, anà a casa seva a fer les maletes i, sense temps per a treure els diners del bancs, sortí del país tan ràpid com pogué, primer a França i després als Estats Units.
Lluny del jugador delinqüent –perillós, però comú– del film de 1922, El testamento del Doctor Mabuse presenta l’amenaça d’un ésser invisible el qual, si ets prou audaç com per apropar-te més del compte, descobriràs que es tracta d’una silueta de cartró retallada parlant des de la gravació d’un gramòfon. Una amenaça que prefigura, amb set dècades d’antelació, l’onada que estem vivint en els nostres dies, on líders del terrorisme global no són més que personificacions fabulesques a les quals la gent es gira i critica en massa, però que són inaccessibles, si no del tot inexistents, apropant-se també al Goldstein de l’obra mestra de George Orwell, 1984. Així doncs, l’enemic número 1 no és una persona, sinó un col·lectiu desenfrenat que actua liderat per una icona que representa una idea. Hi ha res més intangiblement terrorífic que lluitar contra una idea?
Fritz Lang sabia del cert que no, i per això va construir aquesta obra mestra que culmina totes aquelles preocupacions temàtiques i estilístiques que va anar forjant durant la seva carrera a Alemanya. Un film que, amb el pas del temps, ha anat –malauradament– guanyant en vigència. Un film que no ens podem permetre el luxe d’oblidar. Un film que, en tots els casos, s’ha de veure. No us el perdeu.
"Cuina per a Inutils" (1) per Joan Santalo
Primer de tot, cal saber quina habitació és la cuina. No la confongueu amb el lavabo o el dormitori: penseu que cap dels dos cuartos té campana. Podem tenir fogons i forn instalats al lavabo o al dormitori? Perquè no? Total, si has de viure en un pis de 10 metres cuadrats, doncs no hi ha més remei. Això sí, la campana només està a la cuina.
Un cop la tenim identificada, entraríem a fer el plat d’avui:
LA TRUITA DE PATATES.
Ingredients per una persona (si hem dit que és per solters, doncs és per una persona i punto)
1 patata (una patata no és una d’aquelles coses onduladas o amb gust a jamon o a Taco latino o una cosa d’aquestes sino un aliment semblant a una fruita i emparentat amb la verdura)
2 ous (faríem moltes bromes amb aquests ingredients que tampoc venen al cas)
oli d’oliva o de girasol (de motor no seria el més aconsellable)
sal
1 paella (necessària i sempre marginada per no ser un aliment, que injusta és la vida dels estris de cuina)
Atenció, companys que comencem a fer-la!
Primer de tot, cal que pelem la patata. Els que hagueu fet la mili, ja sabeu de què va. La resta d’incompetents, necessiteu més ajuda: Utilitzeu un pelador (si sou uns inútils segur que no en teniu) o bé un ganivet i li treieu la cosa marró que l’envolta i que vulgarment anomanem pell.
Un cop no tingui pell la patata, cal tallar-la a trossets fins. Si feu tacos grans és molt més ràpida, però la truita s’ha de menjar, no és qüestió de fer-la servir per falcar les taules de casa. Així que dediqueu-li tres minuts més i feu els taquets finets.
Ara vindria a ser el moment de fregir-la. Els que tingueu els fogons al dormitori, procureu no cremar els llençols. Per fer-ho, agafarem una paella i li posarem oli generós (les mides en cuina sempre són totalment subjectives: un grapat, una miqueta, un xic, força oli...). Per comprobar si està calent, nomès cal que hi poseu un dit adins. Si fa molt de mal, vol dir que ja està llest. Amb el temps, ja trobareu sistemes millors però aquest és el més eficaç.Ara posaríem la patata talladeta adins de l’oli i baixarem una mica el foc perquè es faci a foc lent* i anem amb comte de treure-les del foc avans no estiguin torradetes.
Un cop tenim fet això, anem a batre els ous: Agafem un plat fondo i una forquilla. Li fem un forat a l’ou endinyant-li una òstia amb la forquilla. Molt important que aquesta operació sigui suau per no destrossar l’ou. Si això passa, no petiu. Les gallines són uns animals preparats per pondre força ous. En podeu comprar més. Ara aboqueu els ous en el plat i es bat amb la forquilla fins que l’estat normal de moc que té un nou passi a vòmit ataronjat.
Ara afegim les patates al plat on tenim els ous batuts. Agafem la paella (no la que té oli abundant si no una de nova) i li posem un xic d’oli. Un xic, ni més ni menys. Quan l’oli estigui calent (si sou idiotes, repetiu el sistema d’avans), hi tirem els ous batuts i les patates fregidetes.
Ho deixem al foc uns dos minutets i llavors procedim a la part més complicada: Donar-li la volta a la truita: Es tracta d’agafar un plat i posar-lo damunt de la paella amb la mà dreta al damunt mentre amb l’esquerra agafem el mànec de la paella i li donem la volta. Llavors tornem a dipositar la truita a la paella per la part que no està feta. I hop!
Ara agafem un drap, recollim el plat del terra, escombrem, freguem, i tornem a començar.
La segona vegada segur que surt millor. Insistiu fins que el tema de la volta us surti i llavors ja estaríem.
Amb que acompanyem la truita? Un bon Rioja del 95 o una bona llauna de Fanta de Taronja és el que més li enganxa.
Un cop tot servit, ja ho tenim! Bon profit, inútil!
Consell ràpid del dia: Netejeu la cuina sempre que hagueu acabat. Les formigues no es consideren animals de companyia
* A foc lent: Primer dels conceptes culinaris que no tenen cap sentit. Vol dir que posem el foc baix. Perquè se li en diu lent? Oi que no posem la tele a volum lent?
25 de juliol, 2005
Benvinguts
Aquesta es una reproducció de l'Editorial de Benvinguda de la nostra revista Pilot. El projecte de revista ha sofert una transformació a plana web, blog, foro, o com li vulgueu dir. Esperem la vostra col·laboració. Benvinguts.
No sabem si ha arribat l’hora de felicitar-nos per la inauguració d'una nova revista o d’adquirir un taüt de roure, molt apropiat per aquestes ocasions, particularment dissenyat pels cadàvers dels kamikazes editorials. Tan se val, el més important en aquest cas és que estem aquí; que respirem i vivim. “Que nos quiten lo bailao”, que deia aquell. Tot i la temeritat del destí que hem escollit i, per descomptat, l’emoció i el neguit que provoca aquesta nova aventura, la motivació ens anima a continuar fent la immersió en el difícil món de les publicacions alternatives i independents. És molt complicat sintetitzar el procés viscut per la “La Universal” fins al moment, però és obligat fer l’exercici. Perquè no sigui dit.
Corrien els inicis del present any, el fred gelava les idees però els vents portaven sensacions de canvis càlids. Desprès d’un fatal 2003, semblava que la perspectiva de la ciutadania entomava les regnes d’un moviment social nou i diferent, encara que és molt d’hora per valorar el procés amb objectivitat, existeix la sensació de que hi ha quelcom que està canviant. Alguna cosa que esta present entre nosaltres i que suggereix que hi han alternatives i un nou espai per l’esperança. Si la ciutadania aconsegueix sortir de l’estat de falsa comoditat, que ella mateixa s’ha venut, estarà oberta a un procés de canvi a tots nivells; polític, social, cultural, econòmic i humà. Per això ens cal ser conscients, crítics, buscar informació; alternativa i diferent, estar preparats pels canvis i la reflexió. I tot això amb una gran dosi de paciència, tolerància i empatia, que no és poc.
Emmarcat en tot aquest batibull polític i social va néixer, com dèiem, la idea de “La Universal”. Una revista que vol fer pensar i gaudir. Que va dirigida a un públic amb inquietuds culturals i socials, que estiguin en un estat de recerca i de curiositat. Una publicació per lliure-pensadors. Que vol difondre l’art del còmic català en la societat, reafirmant-lo com un altre mitjà de comunicació vàlid i popular. Tot això amanit amb un bon grapat de continguts artístics i culturals, encarats a la reflexió i la creació del criteri personal i col·lectiu.
En fi, una proposta alternativa i diferent que, esperem, trobi el seu espai entre els joves i no tan joves de la present població catalana. Esperem que us agradi i que aquest humil projecte estigui molts anys entre nosaltres.
Gràcies per la confiança.
L'equip de redacció de “La Universal”
No sabem si ha arribat l’hora de felicitar-nos per la inauguració d'una nova revista o d’adquirir un taüt de roure, molt apropiat per aquestes ocasions, particularment dissenyat pels cadàvers dels kamikazes editorials. Tan se val, el més important en aquest cas és que estem aquí; que respirem i vivim. “Que nos quiten lo bailao”, que deia aquell. Tot i la temeritat del destí que hem escollit i, per descomptat, l’emoció i el neguit que provoca aquesta nova aventura, la motivació ens anima a continuar fent la immersió en el difícil món de les publicacions alternatives i independents. És molt complicat sintetitzar el procés viscut per la “La Universal” fins al moment, però és obligat fer l’exercici. Perquè no sigui dit.
Corrien els inicis del present any, el fred gelava les idees però els vents portaven sensacions de canvis càlids. Desprès d’un fatal 2003, semblava que la perspectiva de la ciutadania entomava les regnes d’un moviment social nou i diferent, encara que és molt d’hora per valorar el procés amb objectivitat, existeix la sensació de que hi ha quelcom que està canviant. Alguna cosa que esta present entre nosaltres i que suggereix que hi han alternatives i un nou espai per l’esperança. Si la ciutadania aconsegueix sortir de l’estat de falsa comoditat, que ella mateixa s’ha venut, estarà oberta a un procés de canvi a tots nivells; polític, social, cultural, econòmic i humà. Per això ens cal ser conscients, crítics, buscar informació; alternativa i diferent, estar preparats pels canvis i la reflexió. I tot això amb una gran dosi de paciència, tolerància i empatia, que no és poc.
Emmarcat en tot aquest batibull polític i social va néixer, com dèiem, la idea de “La Universal”. Una revista que vol fer pensar i gaudir. Que va dirigida a un públic amb inquietuds culturals i socials, que estiguin en un estat de recerca i de curiositat. Una publicació per lliure-pensadors. Que vol difondre l’art del còmic català en la societat, reafirmant-lo com un altre mitjà de comunicació vàlid i popular. Tot això amanit amb un bon grapat de continguts artístics i culturals, encarats a la reflexió i la creació del criteri personal i col·lectiu.
En fi, una proposta alternativa i diferent que, esperem, trobi el seu espai entre els joves i no tan joves de la present població catalana. Esperem que us agradi i que aquest humil projecte estigui molts anys entre nosaltres.
Gràcies per la confiança.
L'equip de redacció de “La Universal”
Subscriure's a:
Missatges (Atom)